Dr. Luis Daniel Álvarez V.
El 23 de Enero es uno de los momentos
históricos que siempre dará variables para analizar y que puede ser estudiado
desde diversas perspectivas. La gesta heroica que obligó a que una dictadura
cruel y represiva abandonara el gobierno sigue recordándose, lamentablemente no
con la efervescencia debida, 57 años después de ocurrida.
Sobre el 23 de Enero de 1958 irrumpe la
unidad, no solo para enfrentar democráticamente a la dictadura, sino para
trazar las líneas de la nueva Venezuela que debía imperar, en la que se
alcanzara una satisfacción plena de las necesidades del individuo en un
escenario puramente democrático y bajo el amparo de un marco general de
convivencia y respeto.
No pudo la siembra del miedo, la macabra
política de delación, la persecución al disenso y la militarización de la
sociedad frenar los ímpetus de grandeza de una sociedad que se cansó de la
imposición y el atropello. Ni el silencio de la prensa, a través del rojo de
los lápices de la censura, pudo evitar que la ciudadanía se enterara que detrás
del supuesto orden nacional imperaba un régimen corrupto y derrochador.
Tampoco lograron las cárceles, los
rines y las panelas de hielo de la lúgubre Seguridad Nacional silenciar un
grito que pedía libertad y que se negaba a aceptar que los logros económicos,
no tan marcados como algunos señalan, justificaban el tormento a quienes osaban
criticar el régimen o simplemente discrepaban de algún funcionario.
Izar las banderas del 23 de Enero es rendir
tributo a los que dieron su vida combatiendo una oprobiosa dictadura militar y
es homenajear a una dirigencia política que gallardamente, y dando
ejemplo de compromiso y madurez, entendió que la única manera de salir del
régimen era trabajando mancomunadamente con objetivos claros y luego, una vez
superadas las tinieblas del perezjimenismo, trazar un gran acuerdo unitario que
sentara las bases de una gran Venezuela.
Publicado originalmente en El Universal
@luisdalvarezva
No hay comentarios:
Publicar un comentario