Embajador (r) J. Gerson Revanales
Está a punto de comenzar la
VII Cumbre de las Américas de la cual se espera mucho y poco dependiendo de si
se apegan a la agenda establecida o se desvía hacia lo coyuntural como son las
negociaciones EEUU-Cuba.
Si este encuentro si se dan en términos de la
alta diplomacia sería el escenario del "glasnost caribeño", el derrumbe de las 90
millas, comparables con el que se dio en la Rusia de Gorbachov entre 1981 y
1991 al liberalizar el sistema político con la excarcelación de los presos y la
libertad de información: El gran dilema está en las condiciones de cómo Cuba se
“incorpora” al Sistema Interamericano. Si se parte de las declaraciones de Raúl
Castro al advertir que “Cuba no claudicará en sus principios ni aceptará presiones
sobre sus asuntos internos para normalizar relaciones con EEUU”, y condicionó
el restablecimiento de los vínculos diplomáticos con Washington a la “eliminación
del embargo contra la isla”, podemos decir que ambos habrán ganado. Cuba en un
mundo globalizado, sin el carisma de Fidel, sin la referencia ideológica de la
Unión Soviética y sin el subsidio de Venezuela, está obligada a llegar hasta el
final y no le conviene un fracaso en la Cumbre de Panamá.
EEUU, igualmente juega a ganar con un cambio
radical de estrategia al infiltrar un “Caballo de Troya” inocula el germen de
la democracia. Este hará el trabajo por si sólo y Washington no tendrá que
ejercer las presiones que tanto teme Raúl Castro.
Los gobiernos participantes se encuentran en
el dilema de avanzar hacia los objetivos de la Cumbre como es buscar la vías
para alcanzar la “Prosperidad con equidad: desafío de la cooperación en Las
Américas” o caer en la trampa de una falsa solidaridad regional desconociendo
los compromisos adquiridos en la Carta Democrática Interamericana en materia de
los transparencia, corrupción y DDHH.
Hay diferencia cuando se empodera al pueblo,
se le crean ilusiones y se desconocen los derechos de los individuos. El
concepto de independencia de los libertadores y de los pueblos coloniales de
los años 50 y 60, es diferente a la independencia de hoy.
Los compromisos adquiridos por medio de la
voluntad colectiva de los gobiernos crean deberes y derechos en los firmantes.
Así como existe el deber de cumplir con los compromisos adquiridos, los
firmantes deben exigir al infractor el cumplimiento de los compromisos y esto
no se debe llamar injerencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario