Dr. Kenneth
Ramírez
Venezuela ha gozado de gran influencia en Centroamérica y El Caribe en
la última década, gracias al suministro petrolero financiado en el marco de
PETROCARIBE. Así, gracias a los votos de
este bloque, Venezuela ha podido paralizar numerosas iniciativas de EEUU en la
OEA. No obstante, en 2014, se produjo una reducción de 17% de los suministros,
que pasaron desde 122 mil barriles diarios (MBD) en 2013 a 101 MBD el año
pasado. Incluso, el suministro a Cuba -que se contabiliza aparte-, se redujo en
21%, pasando desde 98 MBD en 2013 a 77 MBD en 2014. Por ello, varios analistas
han anunciado la muerte de PETROCARIBE debido a las dificultades que atraviesa
Venezuela, y el regreso de EEUU como actor geopolítico dominante de la sub-región
a partir de la “Iniciativa para la Seguridad Energética de El Caribe” (por sus
siglas en inglés, CESI) anunciada por la Administración Obama. No obstante,
estas predicciones son muy prematuras.
El tema de la sostenibilidad de PETROCARIBE ha sido tratado por el FMI,
que ha advertido que debido a la crisis económica venezolana, una suspensión
repentina de los suministros petroleros o un cambio drástico en sus
condiciones, generará fuertes impactos financieros, económicos y energéticos en
los países miembros, siendo los más expuestos Nicaragua, Haití, Jamaica, Guyana
y Grenada. En EEUU se ha abordado los efectos negativos que esto tendría para
la seguridad regional, desde un aumento del narcotráfico a una fuerte oleada
migratoria.
Discretamente, en mayo de 2014, el Vicepresidente Joe Biden durante su
visita a Puerto España empezó a tratar este tema con líderes caribeños. Asimismo,
anunció la firma de un Memorándum de Entendimiento con Trinidad y Tobago –país
petrolero que nunca ha visto con buenos ojos PETROCARIBE- para crear un centro
de investigación de energías renovables y su promoción en El Caribe. En junio
de 2014, Biden visitó República Dominicana y señaló que lideraría una iniciativa
para lograr una mayor autosuficiencia energética regional. Finalmente, el 26 de
enero de 2015, presidió la I Cumbre de Seguridad Energética de El Caribe en
Washington, donde participaron representantes de la CARICOM, República Dominicana,
México, Colombia, Alemania, Francia, Reino Unido, España, EEUU, la OEA, la UE,
el Banco Mundial, el BID y la IRENA. Biden logró grandes titulares con la frase:
“Ya sea en Ucrania o en El Caribe, ningún país debe usar sus recursos como
método de coerción en contra de cualquier otro país”, en lo que muchos vieron
una clara alusión a Venezuela. No obstante, al analizar el documento final que
creó la CESI y las reacciones, observamos que se trata de un mecanismo paraguas
que permite a los países caribeños ponerse en contacto con inversionistas y la
banca multilateral, acompañado de cooperación técnica y proyectos pilotos
dotados de pequeños fondos de EEUU, que no cubrieron las expectativas de los
presentes. De hecho, su objetivo es ayudar a la CARICOM a materializar sus
metas de generación eléctrica renovable fijadas en 2013 -20%, 28% y 47% para
2017, 2022 y 2027 respectivamente-, y las que adopte República Dominicana en su
“Pacto Eléctrico” este año. Biden no habló de flexibilizar la prohibición de
las exportaciones petroleras de EEUU a partir de la “revolución de esquistos”,
ni respaldó con fondos la propuesta trinitaria de solicitar 1 millardo de
dólares en créditos multilaterales, lo cual habría representado un envite más
serio.
Empero, debido a la frase de Biden, el gobierno venezolano entendió la
iniciativa en clave de rivalidad geopolítica, y decidió convocar el pasado 6 de
marzo, la IX Cumbre de PETROCARIBE en Caracas. Allí, se acordó impulsar la
creación de la zona económica, desarrollar un bloque de la Faja Petrolífera del
Orinoco para el mecanismo, y dotar de 200 millones de dólares adicionales al
Fondo ALBA-PETROCARIBE para “proyectos de fuentes complementarias de energía”.
La idea de competencia con Venezuela se fortaleció con la visita de Obama
a Jamaica para reunirse con los líderes de CARICOM el 9 de abril de 2015 -la
primera visita de un Presidente de EEUU a este país desde 1982 y justo en la
antesala de la VII Cumbre de las Américas. Allí señaló: “Nuestra CESI tiene
como objetivo ayudar a mover a la región hacia las energías limpias (…) Estoy
seguro de que, dado el compromiso de la CARICOM y EEUU, este es un tema en el
que podemos hacer grandes progresos”. Acto seguido anunció la módica suma de 20
millones de dólares para proyectos, apenas una décima parte del Fondo
ALBA-PETROCARIBE, e insignificante comparado con el suministro petrolero venezolano
que representa 43% de la demanda de los miembros y una factura de alrededor de
4 millardos de dólares/año, excluyendo Cuba. En consecuencia, la CESI de Obama es
más un plan de contingencia ante su temido colapso de PETROCARIBE y un elemento
simbólico para robustecer su legado hacia América Latina y El Caribe, que una
iniciativa destinada a competir con PETROCARIBE y limitar la influencia de
Venezuela. Resulta demasiada modesta y tardía, a pesar de la alta visibilidad que
ha tenido. Los nubarrones en el horizonte de PETROCARIBE siguen estando en la
crisis venezolana, no en iniciativas de terceros.
El Presidente Maduro debería -tomando en cuenta lo expuesto y su
disposición a dialogar con EEUU tras el breve encuentro con el Presidente Obama
en Panamá- enviar una delegación de alto nivel a la II Reunión Ministerial de
la Alianza de Energía y Clima de las Américas que se celebrará en México el 24
y 25 de mayo – la primera tuvo lugar en Washington, el 15 y 16 de abril de
2010-, con el propósito de iniciar un diálogo energético estratégico con EEUU
que aborde el futuro de PETROCARIBE, el alcance de la CESI, así como posibilidades
de cooperación bilateral y triangular con El Caribe -mediante la reactivación del
acuerdo de cooperación entre el Departamento de Energía y el Ministerio de
Petróleo aparcado en 2003, y que se discutió retomar infructuosamente entre
2009 y 2010.
Publicado
originalmente en El Mundo Economía y Negocios
@kenopina
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