miércoles, 15 de julio de 2015

Túnez: La lucha por ser el Oasis en el Desierto


Lic. Iván Rojas Álvarez

En diciembre de este año se cumplirán 5 años del inicio del fenómeno que todos conocemos como la Primavera Árabe. De toda esa explosión de protestas y demostraciones en las calles y plazas del Medio Oriente, sólo un Estado ha sido capaz de transitar a la democracia en una revolución mayormente civil y pacífica, lo cual más de un “analista” pensó sucedería en toda la región sin mayores traumas. La República Tunecina ha redactado una constitución, pasado ya por dos elecciones pacíficas, presidenciales y legislativas, además de tener dos partidos bastante diferentes, el Ennahda, islamista moderado, y Nidaa Tounes, secular, que han competido durante estos años por la preponderancia de la escena política sin los choques ni la violencia que, por ejemplo, han plagado el intento democrático fallido en Egipto.

Pero como es bien sabido la pequeña República Norafricana ha sido golpeada ya dos veces este año por ataques terroristas de inmensa cobertura mediática, el ataque al Museo Nacional del Bardo en marzo y el ataque en la ciudad de Sousse hace apenas un par de semanas, los cuales dejaron 22 y 38 fallecidos respectivamente, en su mayoría turistas extranjeros. Estos ataques revelan que a pesar de los avances que Túnez ha tenido en materia política, está lejos de tener una situación realmente estable, y es que el país enfrenta una cantidad de retos bastante importantes que tiene que superar para poder convertirse en el Estado pujante y tranquilo que está en toda capacidad de ser.

Habría que mencionar primero a grandes rasgos porque Túnez pudo donde Siria, Egipto y Libia han fallado; y es que este país tenía la combinación de tradición secular, nivel educativo alto, relaciones con los Estados europeos, e institucionalidad remotamente desarrollada que los otros sencillamente no tenían, además del hecho de ser un Estado territorialmente más pequeño, lo cual facilita que los movimientos consoliden su presencia en todo el país, a diferencia de Libia donde el aislamiento y las distancias han generado gobiernos paralelos y territorios rebeldes.

En este mismo orden de ideas vale aclarar que antes de la llamada Revolución de los Jazmines, que sacó del poder a  Zine El Abidine Ben Ali, Túnez era considerada una de las economías más competitivas de África, y uno de los Estados con mejor nivel de vida de Medio Oriente, excluyendo a las monarquías del Golfo.

Sin embargo el país enfrentaba, y aún enfrenta de hecho, altas tasas de desempleo, sobre todo desempleo juvenil, amplia corrupción administrativa, un sistema monetario que no fomentaba la producción nacional y un Estado policial y represivo que no pudo sostenerse ante la explosión revolucionaria. Muchos de estos problemas han sido tratados de solucionar por el actual gobierno, encabezado por el Presidente Baji Caid Assebsi, sin llegar al éxito esperado, lo cual muchos concuerdan es parte de la razón por la cual ha habido un auge en los ataques terroristas en el país, además del hecho de que Túnez es el Estado que más combatientes extranjeros ha proveído a las filas de ISIS, una cifra que ronda 3000 ciudadanos.

En estos momentos el país se encuentra en Estado de emergencia debido al ataque terrorista más reciente, se han hechos múltiples arrestos, se ha allanado mezquitas no autorizadas que supuestamente han extendido mensajes de violencia, e incluso se ha declarado el plan de construir un muro que cierre la frontera con la vecina Libia, actualmente un Estado fallido donde ISIS ha encontrado áreas donde establecer operaciones, y en donde se estima que los dos perpetradores del ataque al Museo del Bardo recibieron entrenamiento.

Pero la pregunta es qué otras medidas puede el gobierno generar para defenderse de la inestabilidad que acecha toda la región, pues a pesar de que las pérdidas humanas son infinitamente más importantes, no se puede dejar de apreciar el golpe que un solo ataque, perpetrado por un solo hombre, ha hecho al turismo del país, en donde playas rebosantes de turistas europeos se han convertido en un campo de arena vacío con tumbonas y sombrillas regadas por doquier, lo cual representará millones de dólares en pérdidas para el país.

Habría que ver este problema como uno integral, en donde medidas puramente económicas o puramente de seguridad no van a ser suficientes, ni tampoco se le puede abordar como un problema solamente tunecino, pues todos estamos más que consientes de la situación actual de toda la región. Entonces el gobierno debe comenzar por profundizar las medidas que dinamicen la economía, sobre todo la agricultura, industria y minería, que tienen capacidad exportadora, y que están deprimidas en la actualidad por problemas como la sobrevaluación de la moneda y la falta de cultura competitiva debido a los controles de importación aún en pie que son heredados del gobierno anterior.

En el plano de la seguridad, se debe caminar por la fina línea que divide a un Estado eficiente en la persecución y captura de sospechosos y criminales, con la de retroceder en el proceso de apertura del país y volver a las prácticas represivas del pasado, debate que hemos visto llevarse con bastante controversia en el parlamento desde el año pasado, y que los ataque terroristas en 2015 han dado fuerzas renovadas. Además, Túnez debe aprovechar sus buenas relaciones con Occidente para coordinar mayor apoyo internacional en su lucha contra el extremismo, pues como los recientes ataques terroristas en Siria, Kuwait y Francia demuestran, esta es una amenaza transnacional, y ningún Estado está preparado para afrontarla en solitario.

La República Tunecina debe continuar el lento proceso de limpieza y afinación institucional que todo régimen en transición a la democracia debe llevar a cabo, pues la corrupción, el clientelismo y otros males de la administración pública no hacen sino sembrar desconfianza y resentimiento en el gobierno, el cual ya ha generado rechazo en la juventud del país, la misma que tomo las calles en primer lugar. Para finalizar habría que decir que, más allá de ciertas circunstancias coyunturales de la región, este país no está pasando por un proceso tan diferente al que otros Estados en procesos de transición han experimentado, por ejemplo Venezuela en 1958 enfrentó muchísimos problemas políticos e incluso experimentó varios intentos de golpes de Estado antes de cumplir su primera década como Estado democrático. Entonces, el camino es complicado, el proceso es lento, pero existen todas las herramientas para que el legado de Mohamed Bouazizi y la revolución de los Jazmines perduren.

@IvanRojas92

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