Prof. Eloy Torres
Citamos ocasionalmente al pensador alemán Hegel quien inexplicablemente dice: “la Historia nos enseña que no enseña nada”. No lo creo. Hay demasiados elementos que instruyen. Entre ellos, los errores políticos. Hay que estudiar y usarlos como referencia. Un buen amigo y contertulio de la panadería Royal, me señala de abusar del isomorfismo en la historia. Lo asumo. Voy a recurrir a tres episodios que se entrelazan, a pesar de responder a realidades distintas.
Citamos ocasionalmente al pensador alemán Hegel quien inexplicablemente dice: “la Historia nos enseña que no enseña nada”. No lo creo. Hay demasiados elementos que instruyen. Entre ellos, los errores políticos. Hay que estudiar y usarlos como referencia. Un buen amigo y contertulio de la panadería Royal, me señala de abusar del isomorfismo en la historia. Lo asumo. Voy a recurrir a tres episodios que se entrelazan, a pesar de responder a realidades distintas.
1) Napoleón III (sobrino de
Napoleón, el grande) quiso imitarle. Fue una farsa, bañada de irresponsabilidad
geoestratégica. Colocó a Francia bajo la férula germana. Ésta se elevó al rango
de gran potencia en Europa, gracias a los desplantes de Napoleón III contra Bismarck, al
crear las condiciones para el estallido del conflicto entre Francia y Prusia. Francia
fue derrotada y humillada; él fue hecho prisionero por los prusianos. Las
elites políticas francesas enamoradas de ese diletante traicionaron a Francia al
permitir que sus tropas bañasen con sangre las calles de un Paris descontento
con la derrota; ese Paris promovió un experimento inaceptable para esas elites:
La Comuna de Paris.
2) Hitler, hambriento de
petróleo y convencido de ser invencible desconoció una regla elemental de la
guerra: no puedes enfrentar a dos poderosos enemigos al mismo tiempo. Una
guerra contra Europa Occidental y contra la URSS, fue ejemplo de lo que no se debe hacer. Alemania
perdió y fue dividida en dos, hasta que los tiempos cerraron todas sus heridas
y ella resurgió como la poderosa Alemania actual, reunificada, pero en paz.
3) Argentina y Las Malvinas.
Un grupo de militares acusados de violar los Derechos Humanos en su país,
osadamente invadió Las Malvinas y buscó un conflicto con el Reino Unido.
Sobredimensionó su papel y no calculó que en las relaciones internacionales lo
que priva es el interés. EEUU se plegó al Reino Unido, aliado estratégico de la
OTAN en plena Guerra Fría. Y Argentina, a pesar de la justeza de su reclamo por
esas islas, fue humillada por Londres.
Hoy, Miraflores, desesperado
por la inminente derrota electoral, busca ralentizarla con el fantasma de conflictos internacionales.
Primero fue Guyana, hoy es Colombia, o los dos a la vez. El gobierno no pondera su escasa capacidad para un
conflicto. El Esequibo hay que recuperarlo, pero no como pretenden: vestir, a
última hora, el traje nacionalista y jugar a la conflictividad. Lo mismo pasa
con Colombia. Los problemas son mucho más que el “bachaqueo” y contrabando. Las
relaciones con ese país deben observarse con ponderación y jamás bajo la
perspectiva del conflicto. Jugar la carta bélica sin tener con que, es una irresponsabilidad.
Los citados ejemplos enseñan lo que pasa cuando se juega irresponsablemente al
conflicto.
@eloicito
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