Prof.
Eloy Torres
Los atentados terroristas en Bélgica han
conmovido al Mundo. De nuevo éste, es acechado por enemigos sin rostros. Lo
único es que sabemos es que son árabes. Curioso. Hubo una corriente mediática
que nos hizo creer que los Estados árabes abrieron sus puertas a un proceso
modernizador, bautizado como “Primavera árabe”. No obstante, la ola de
atentados sangrientos en los cuales han estado involucrados gente proveniente
del Mundo musulmán obliga a buscar una explicación a esos sangrientos hechos.
Encontramos términos como shiíes, suníes
wahabitas, sharia, califato, entre otros. Aclaremos, sobre cuestiones
terminológicas que caracterizan a la religión islámica y su impacto en la
contemporaneidad; luego trataremos detalles y explicaciones de interés
histórico, religioso y más estrictamente relacionados con la actualidad
internacional y geopolítica.
El Islam, es obediencia a la palabra de Dios
y no a un líder mortal. Es la más reciente de las religiones; nace en 612 de la
era cristiana, cuando Mahoma, un comerciante de camellos de la Meca, en una
cueva se le apareció el Arcángel Gabriel y éste le instó a “rezar”. Desde
entonces Mahoma es el Profeta y transmitió la revelación final: La palabra de
Alá (Dios). Mahoma no escribió el Corán, el libro sagrado en el Islam; sólo
llevó la palabra de Dios. Los versos del Corán, fueron hechos por los
seguidores de Mahoma. La fe islámica, es la palabra de Alá (Dios) pronunciada
por el Profeta y se fundamenta en cinco principios fundamentales, los “pilares
de la fe”: 1. Profesión de fe: “hay sólo un Dios que es Alá y Mahoma es su
profeta”; 2. La oración, debe ser realizada cinco veces al día; 3. La donación
de una décima parte de tus recursos para los pobres; 4. El Ramadán o ayuno se
celebra en un mes determinado del año y dura desde el amanecer hasta el
atardecer, durante el cual el creyente no debe comer ni beber nada. Se pretende
un proceso de purificación del alma; y 5. La Peregrinación es obligatoria para
cada musulmán. Es decir, al menos, una vez en la vida, ir hasta la Meca.
La Yihad,
o guerra santa, tiene dos formas: una menor y otra mayor. La menor es la lucha
del musulmán con el no musulmán para atraerlo a la fe correcta. La mayor es la
que lleva a cabo cada musulmán consigo mismo para hacer respetar su fe. Para el
Islam, a diferencia de lo que se dice, la guerra santa o Yihad, no tiene como
propósito una guerra contra los no musulmanes. También se establece que la Yihad
no es una de las obligaciones esenciales de un fiel musulmán.
La Sharía,
la ley sagrada islámica, no es sinónimo con el Corán. Shariá no es un
inflexible código de leyes o una ley orgánica. Ella se basa en dos elementos:
el Corán y la Sunna. La Sunna es una colección de tradiciones sobre hechos del
Profeta, considerados como modelos para los fieles. En definitiva, si el Corán
es lo que dijo el Profeta, la Sunna es lo que el Profeta hizo. De estos dos
elementos, las escuelas islámicas han hecho analogías e interpretaciones
consensuadas para dar forma a la Ley Santa.
El Islam experimentó un cisma entre sunitas y
shiítas; la disputa por la sucesión del Profeta. El cisma aparece después del
califato de Alí. Son frecuentes las confusiones terminológicas en la geografía
del Islam. En una breve descripción, los sunitas son los que admiten que el
sucesor del Profeta es el Califa Abu Bakr, mientras que los Shiítas, el
verdadero seguidor del Profeta y nombrado por éste, es su yerno: Alí. Para los
sunitas es inaceptable. La diferencia es cómo se pondera el papel del líder de
la comunidad y como en el sunismo, el Califa, conduce la comunidad islámica. Su
Califato tiene autoridad política como líder de la fe, pero, de hecho, la
autoridad religiosa pertenece a la comunidad de eruditos, el Ulema.
Los shiítas, seguidores de Alí, creen
que la verdadera cabeza de la comunidad es el IMAM, un líder cuya autoridad
religiosa y secular se debe escuchar y seguir obligatoriamente. Este es AlÍ,
esposo de Fátima, hija del Profeta. Los sunitas perciben al califa como imam,
pero sólo en el sentido religioso, en la oración colectiva. El rol político,
asumido por el IMAM, representa una diferencia entre ambas visiones.
Además, los shiítas son mesiánicos; creen en la llegada de un IMAM
salvador. Como en otras religiones, el Islam ha conocido, a lo largo del
tiempo, ramificaciones, determinadas por la aparición de intérpretes que ha
incorporado sus expresiones sobre la fe.
La mayoría islámica es sunita (un 85%). El shiísmo
(aproximadamente el 15%) es mayoritario en Irán, país persa y no árabe. También
en Azerbaiyán, Irak y Bahrein, representan alrededor del 60% de la población;
hay minorías shiitas en Yemen, Arabia Saudita y Líbano. La historia de los
grandes actores del Mundo islámico son: el imperio persa, único califato Shiíta;
el califato árabe, el imperio mongol de la India y el imperio otomano, todos
éstos, sunitas.
Las convulsiones políticas de los últimos
años han traído más atención sobre la corriente wahabita por parte del Mundo
occidental. Los wahabitas o salafistas son seguidores de una rama sunita; se
fundamenta en los preceptos del Maestro y reformador Mahoma ibn al-Wahabí quien
en 1740 en Najad -centro de Arabia Saudita de hoy-, predicó un retorno a un
dogma estricto y rígido. Su discurso religioso ha sido mezclado con las
aspiraciones de las poderosas familias de Arabia, como por ejemplo la de Ibn
Saud al crear una corriente religiosa- política que se impuso en la zona en los
años posteriores. Durante mucho tiempo, los seguidores de ésta ha influido en
los acontecimientos políticos de la región, llegando incluso a conquistar la
Meca y Medina, entre 1803-1812. Lo central en esta nueva ideología fue la idea
de que ellos tenían un derecho a difundir, como correcta, su interpretación del
Islam. Tras varios años de conflictos e intentos por imponer una autoridad, a
principios del siglo 20, Aziz de Abd (con la ayuda británica) pudo conquistar
los territorios de Tierra Santa y, después de la I Guerra Mundial, al crearse
el Reino de Arabia Saudita. Por lo tanto, ellos consideran que los verdaderos
practicantes del Islam son los seguidores del wahabismo.
Hay que mencionar: Los Wahabitas no se
llaman ellos mismos de esta forma. Ellos son tratados así desde afuera. El
término wahabita refiere al fundador del movimiento, aunque él rechazó esa
denominación pues él está determinado por la creencia de que los elogios deben
ser sólo para Alá y no para un simple mortal. El término que él acepta, de
hecho es aquel de Muyahidín, lo que significa: “Aquel que insiste en la unidad
y la unicidad de Dios”.
Daesh (o Estado Islámico de Irak y Levante, mejor
conocida bajo el nombre de ISIS ó ISIL) sigue la línea sunita wahabita y adopta
un islamismo extremista y militante. Ellos se consideran los titulares del
derecho a extender esta creencia que se originó en el Islam. Es así que surgen
los combatientes de ISIS quienes pretenden ampliar un Califato para eliminar a
cualquier otra forma de organización política que no respete, de hecho, la fe
pura. Separados de una de las ramas de Al Qaeda, con quienes comparten el
extremismo religioso, ISIS va en la misma línea de un Islam militante que busca
restablecer la verdadera fe. Esto incluye aplicar la fe original y el rechazo a
los shiítas, tal como se observó en los ataques dirigidos a las mezquitas
shiitas en varias partes del mundo islámico.
El fin de la Guerra Fría trajo consigo
reflexiones que buscan explicar la complejidad de su conclusión. Por ejemplo:
Francis Fukuyama y “El Fin de la Historia”, para quien había triunfado el
liberalismo y su ideología sobre la URSS. Se demostrado su falsedad, pues el
liberalismo aún tiene enemigos. Uno de ellos: el fundamentalismo islámico cuyo
actual reacomodo geopolítico aumenta la complejidad internacional. El 11-S fue
un acto terrorista que atacó la modernidad al intentar socavar los cimientos
del poder estadounidense en sus tres símbolos: el World Trade Center – su poder
económico y del liberalismo en general-; el Pentágono –su poder militar-; y la
Casa Blanca, -su poder político. La modernidad, representada por EEUU y por
otras democracias desarrolladas, es blanco de los ataques terroristas
islámicos. Hoy Bélgica es otro ejemplo. El día 11-S fue contra esa modernidad.
El Mundo debe combatir al terrorismo y al Islamismo radical que lo pondera como
una lucha maniquea: entre creyentes e infieles.
Otra tentativa para describir al Mundo
después del fin de la guerra fría, es la del “Choque de civilizaciones, de
Samuel Huntington, quien concibe a la civilización como una entidad cultural y
“el nivel más extenso de identificación” de una comunidad. En nuestra opinión
ésta es la más completa por demás. Se distingue arbitrariamente: 7 u 8
civilizaciones, a partir de su historia, lengua, cultura, tradiciones y la
religión, a saber: la occidental; confucionista; japonesa, islámica, hinduista,
eslava- ortodoxa; latinoamericana; y posiblemente la africana. Postula la existencia
de unas líneas de fractura o un choque entre éstas y observa cual elemento
dinamizador que dominará los futuros conflictos.
Otra la expresa Alvin Toffler y su idea del
desarrollo a partir de Olas. De éstas, él concibe 3 olas: La Primera simbolizada
por la azada; son sociedades agrarias cuyo ritmo de cambio es lento y están
infladas de conflictos internos. La Segunda ola, simbolizada por la línea de
ensamblaje, propia de una sociedad industrial y cuya funcionalidad se basa en
recursos energéticos. En tanto que la Tercera ola es simbolizada por una
computadora. Es la sociedad de la información y del conocimiento. Las
tres coexisten en el siglo XXI.
La globalización avanza sobre el Mundo. Busca
“uniformizarlo”. No obstante, grupos étnicos, cada vez más numerosos, reclaman
su identidad en ella. El politólogo Benjamín R. Barber, habla de una guerra
entre el Yihad versus McWorld. El concepto Yihad, prestado del Islam: la lucha
religiosa y guerra santa contra la modernidad. El Yihad se fortalece en las
sociedades débiles que desconocen la democracia y el contrato social. El
segundo, tomado del concepto de comida rápida McDonald´s. Es la globalización
de los gustos, incluso de los comestibles.
El Yihad y el McWorld tienen un denominador
común; actúan armónicamente para debilitar al Estado Nación, las instituciones
democráticas, libertades ciudadanas y el activismo cívico. Este autor critica a
Huntington y rechaza el choque de civilizaciones. Para él lo que hay es una
guerra al interior de la civilización que expresa la ambivalencia de cada
cultura, la de cada individuo jugando a los beneficios de la modernidad con sus
respectivos costos. Barber explica lo que genera el terrorismo. Éste, es la
versión depravada de la globalización. Los beneficiarios del McWorld aplauden
el mercado si obtienen la privatización y comercialización de lo público; en
consecuencia insisten en libertades totales. Una libertad que apunta a la
indiferencia de lo público. Una anarquía, mientras el terror es apenas una de
las enfermedades contagiosas que ésta genera. Ella es equivalente al
terrorismo.
El Medio Oriente muestra sangrientos
escenarios. El ISIS y su Califato amenazan a la humanidad con su carga de
resentimiento, crueldad, odio y una violencia que no puede ser ignorada, particularmente
por los EEUU, pues son corresponsables de lo que ocurre; igual, los
europeos por su incapacidad para construir una sólida y coherente política
frente al ISIS. Irak y Siria hoy, son Estados fallidos y no ofrecen
ninguna garantía. La comunidades religiosas, sunitas, shiitas y no
shiítas, enfrentan violencia, persecuciones y un extermino sectario. Tibiamente
se observa la intervención occidental por la defensa de los derechos humanos.
El ISIS es la barbarie y el exterminio de lo no islámico. Amenaza a la paz, no
sólo de la región, que es grave, sino del Mundo. Es una advertencia para evitar
errores en política y nos muestra el fracaso de los idealismos en las
Relaciones Internacionales.
Cierto, el ISIS debe ser destruido, pero, sin
acosar a esas comunidades cuyos valores no coinciden con los occidentales. Por
desgracia, eso es lo que se ha hecho. La guerra debe tener varias modalidades,
saber distinguir. La verdadera guerra contra el terrorismo, apenas comienza.
Ayer Bélgica, mañana otro. Hay que atacar las condiciones que incubaron esos
actos. El Califato, es una realidad política y como tal debe ser tratada. La
lucha contra el Yihadismo es de todos, pues reúne peligrosamente adeptos, incluso
en el corazón de Occidente. Algo ocurre. Hay que asumir conscientemente esa
realidad histórica. El futuro de la humanidad depende de cómo se aborde su
civilización. El Califato renace de un fervor religioso contra la globalización
y que se ha extendido, gracias a los convertidos al Islam.
La realidad debe ser explicada. Hay una
pregunta, para nada ociosa: ¿es el Islam compatible con Occidente? Hay
versiones que rechazan esa posibilidad. La primera, según la cual el Islam,
políticamente hablando, es considerado vinculado a su civilización, por demás
bien definida y en un espacio particular. La segunda, la occidental; ésta, hace
hincapié en la primacía de los valores humanos generales, universales,
independientemente de la historia, cultura o la sociedad. Por ello, se cree que
el Islam y Occidente son incompatibles. Éste, tiene un lenguaje político propio
y el Islam vive su propia crisis de modernización y no puede ser visto como un
oasis de calma. Ellos experimentan serias crisis.
Otra teoría considerada minoritaria, emana de
los musulmanes que viven en Occidente, quienes al ponderar su realidad,
observan los adelantos occidentales y los comparan con su realidad y, sin
renunciar a su cultura, proponen una adecuación. Estos, en su mayoría intelectuales,
son rechazados y considerados trasgresores del Corán, el cual es consubstancial
con el idioma árabe. El Corán es absoluto; es la palabra de Alá. “Adecuar”
equivaldría a ser apostata, fementido, infiel y debe ser castigado. En los
países islámicos no hay libertad de opinión. Es un pecado o una fuente de
desunión y desorden. Ellos cargan con el desorden provocado entre shiitas y
sunnitas. Lo que seguramente explica, la resistencia a los cambios. Explica
también la muy reducida innovación en el Islam. No se observa
modernización.
Esta realidad muestra algo que Occidente
jamás ha querido ver por la soberbia que les ha enceguecido. Recordemos las
Cruzadas, a Sir Lawrence de Arabia, los Acuerdos de Sykes-Picot que “liberaron”
al Medio Oriente del yugo otomano. Hoy el Medio Oriente, pugna por encontrar
una salida a la agresiva globalización. Esa zona convive con el mal recuerdo
sobre Occidente; consideran que su gesta no fue “salvadora”, sino
“interventora”. Hoy, las estructuras políticas y administrativas de Irak y
Siria están destruidas. El ISIS es su respuesta. No hay que repetir los mismos
errores; de lo contario el Mundo árabe volverá con su filosofía: esperar que el
cadáver de su enemigo Occidente, transite por sus arenas y desiertos, todos
aceitados, desde el subsuelo, con petróleo, mientras tanto seguirán los
atentados terroristas.
@eloicito
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