Lic. Victor Hugo Matos
Nos
encontramos a pocos días del dramático final del llamado “Brexit” (abreviatura
de British exit, “salida británica”),
el referéndum que podría marcar la salida o no de Reino Unido de la Unión
Europea; un potencial desastre que ha proyectado una larga sombra en la
estructura de la Unión y la Eurozona;
toda vez que un resultado a favor de la desconexión empezaría un largo
proceso de renegociación de tratados y readaptación a un nuevo marco de
relaciones comerciales, el cual puede ser costoso y letal para una renqueante
Unión Europea.
En
este sentido, un estudio del centro de pensamiento (think tank) Open Europe
calculaba que en un escenario negativo donde se produzca el Brexit y no se
puedan establecer acuerdos comerciales que sustituyan a los actuales, se daría
una caída permanente del PIB en un 2,2 %;
mientras que si se llegarán a firmar dichos acuerdos este apenas
llegaría a un crecimiento del 0,8%, muy por debajo de la tasa actual de crecimiento. Estos datos
coinciden en parte con las advertencias del Banco de Inglaterra, cuyo
Gobernador Mark Carney advirtió que podría generarse una recesión técnica, en
conjunto a un aumento de la inflación y una devaluación drástica de la libra
esterlina.
En
el frente europeo, los analistas económicos coinciden con el análisis de la
calificadora de riesgo S&P, que indica que el Brexit junto a la situación
griega y las elecciones españolas abren la posibilidad de una crisis en la
Eurozona en el segundo semestre del 2016.
Esta
cascada de datos y declaraciones, que la plataforma pro-Brexit, Leave, encabezado por políticos como el
Torie Boris Johnson, ha catalogado de exagerados y apocalípticos, han sido
clave para la campaña Stay que lidera
el Primer Ministro británico, David Cameron, ya que le ha permito a su plataforma
mantener una ligera ventaja que podría resultar clave (51-49 % a favor de Stay según el Daily
Telegraph).
Después
de las pasada elecciones generales, cualquier político hubiera querido estar en
los zapatos de David Cameron, con una mayoría absoluta que le otorgaba
flexibilidad en la ejecución de políticas públicas y una oposición laborista
debilitada por el incongruente liderazgo de Jeremy Corbyn, que ha visto como se perdían curules y ayuntamientos
clave en Escocia -mejor resultado histórico de los conservadores- e Inglaterra.
No obstante, el premier británico se encuentra ahora frente a una rebelión abierta
dentro Partido Conservador, que ha terminado por partirse en dos; convirtiendo
estas elecciones en un punto clave para la identidad política de los
conservadores británicos.
De
obtener una victoria en el referéndum, Cameron podría beneficiarse de un momentun político que le permitiría
pacificar los focos de rebelión dentro del partido, además de asegurar su superioridad electoral
sobre el laborismo.
Queda
claro entonces que la cita electoral del 23 de junio será una fecha importante
para el Reino Unido, ya que el resultado final marcará el camino para el futuro
económico y político de la sociedad británica, además de ser un punto de
inflexión para diversas figuras de la política británica, que han visto ligadas las raison d'être de sus carreras políticas
al resultado de este referéndum, como es el caso de Boris Johnson, o Nigel
Farage. Lo único predecible es que, sea cual sea el resultado, este referéndum
será una llamada de atención importante para el liderazgo europeo y podría
fácilmente favorecer una “liberalización” de la mastodóntica burocracia
europea.
@Victor_HMH
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