jueves, 6 de junio de 2013

La Reunión Jaua-Kerry, o los ecos del “Grupo de Boston”


 
Dr. Kenneth Ramírez

Tres meses después de la muerte de Hugo Chávez, el Canciller Jaua se reunió con el Secretario de Estado John Kerry al margen de la 43° Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Guatemala durante 40 minutos. Al final del encuentro, el Secretario Kerry señaló que habrá un “diálogo continuo para intentar establecer una agenda específica” con miras a una “relación bilateral positiva”. Agregó que la idea es “pasar rápidamente al nombramiento de Embajadores”. Por su parte, el Canciller Jaua manifestó que existe la mejor voluntad de mejorar las relaciones, pero que esto pasa por “respetar el modelo socialista de Venezuela” y evitar que sean “avalados o estimulados grupos anti-democráticos” que han emprendido “una campaña de desestabilización de las instituciones venezolanas”. En todo caso, expresó su confianza de que esta reunión marque el inicio de una “relación de respeto”.
 
Desde finales de 2012, se han efectuado diálogos entre la Subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, el entonces Canciller Maduro, y el Embajador venezolano ante la OEA, Roy Chaderton, para restablecer la relación diplomática al más alto nivel –no hay Embajadores desde 2010-, y para reactivar la cooperación anti-narcóticos -suspendida en 2005- y la cooperación energética –suspendida en 2003-.
 
El 24 de enero de 2013, el entonces Vicepresidente Maduro designó al propio Embajador Chaderton como “enviado especial” para “conversar los términos de una relación de respeto” con EEUU y “regularizar las relaciones diplomáticas”. Este mismo día, en su audiencia de confirmación como nuevo Secretario de Estado en el Senado, John Kerry señaló que “depende de lo que pase en Venezuela, puede haber realmente una oportunidad para la transición” y la mejora de las relaciones bilaterales, en referencia indirecta a la enfermedad del Presidente Chávez, y a su conocimiento del sucesor Nicolás Maduro y las nuevas realidades que encararía.
 
Partiendo de esta idea, EEUU tuvo el gesto diplomático de enviar una delegación simbólica a los funerales de Chávez. La misma estuvo compuesta por el Representante demócrata por Nueva York, Gregory Meeks, y el Ex-Representante demócrata por Massachusetts, William Delahunt –muy cercano a Kerry-, quienes fueron acompañados por el Encargado de Negocios James Derham. En este marco, Maduro instó a EEUU a convivir con “respeto” con América Latina.

A partir de allí, la retórica de Maduro dirigida a Washington fue especialmente dura y agresiva en su intento de ganar apoyo entre la base chavista antes, durante y sobre todo después de las elecciones del 14-A -cuando encaró serios cuestionamientos a su legitimidad. Esto fue combinado con ciertas acciones de menor visibilidad llamando al diálogo bilateral. La Administración Obama entendió el momento político, así que no le tomó por sorpresa el comportamiento de Maduro, y por ello reaccionó en forma cauta.
 
El 20 de marzo, ante unas declaraciones de la Subsecretaria Jacobson donde señaló que las elecciones del 14-A debían seguir “los altos estándares del Hemisferio”, el Canciller Jaua anunció que el canal de comunicación con EEUU quedaba suspendido. No obstante, antes de las elecciones y en medio de cierto triunfalismo, Maduro aprovechó una reunión con los acompañantes internacionales el 13 de abril, para enviar un mensaje privado a Barack Obama a través de Bill Richardson: “Queremos regularizar y mejorar la relación”.
 
La crisis pos-electoral volvió a tensar la cuerda. El Departamento de Estado subrayó la necesidad de realizar la fase II de la auditoría ciudadana y las investigaciones a las irregularidades denunciadas por la MUD, ya que resultaba “importante y esencial” para que el pueblo venezolano confíe en los resultados emitidos. El 21 de abril, la Secretaria Jacobson reiteró en una entrevista, el llamado a realizar la auditoría ciudadana, agregando que no podía precisar si “vamos a implementar o no sanciones”. El Canciller Jaua amenazó con tomar diferentes medidas, incluso la suspensión de la venta de petróleo, si EEUU apelaba a la sanciones contra Venezuela.
 
Tras el amplio reconocimiento otorgado por los gobiernos de América Latina y El Caribe a Nicolás Maduro, la posición estadounidense fue cambiando para ajustarse a la realidad. El Departamento de Estado aclaró que no buscaría establecer sanciones a Venezuela y que era al pueblo venezolano a quien correspondía decidir sobre la legitimidad del gobierno de Maduro, aunque también solicitaron “una rebaja de las tensiones y amenazas contra actores políticos legítimos”, en alusión a las agresiones a líderes de la oposición. Asimismo, fue saludada la designación de Calixto Ortega como nuevo Encargado de Negocios venezolano en Washington en plena crisis política, cuya misión en palabras de Nicolás Maduro es “incrementar el diálogo” bilateral.
 
El 24 de abril, el documentalista Timothy Tracy fue arrestado el pasado 24 de abril en el Aeropuerto de Maiquetía cuando intentaba abandonar el país, siendo acusado de ser un espía que intentaba generar actos de violencia, mientras realizaba una película sobre la situación política de Venezuela en plenas protestas. A través de las discretas gestiones de William Delahunt, Timothy Tracy fue liberado horas antes de la reunión Jaua-Kerry para facilitar las conversaciones.
 
El 3 de junio, la Subsecretaria Jacobson si bien recibió a la diputada María Corina Machado para escuchar el punto de vista de la MUD sobre la situación política venezolana posterior a las elecciones del 14-A, calificó este encuentro como una “discusión sobre cómo podemos apoyar las aspiraciones democráticas en Venezuela, no de un partido, un actor una propuesta específica”Además, colocó en duda la activación de la Carta Interamericana Democrática y señaló que  debían seguir las conversaciones en UNASUR como un medio para “crear diálogo” entre los venezolanos.
 
Con todas estas acciones y la reunión Jaua-Kerry como colofón, la Administración Obama muestra que ha optado por abrir un canal de diálogo bilateral y re-ensayar su política de compromiso (engagement policy) hacia Caracas. Con ello, EEUU quiere restablecer las relaciones diplomáticas al más alto nivel, propiciar –junto a UNASUR- la despolarización y diálogo político en Venezuela como punto de partida para una nueva gobernabilidad democrática –siguiendo el modelo brasileño-, abrir vías para fomentar la confianza ydisminuir la conflictividad bilateral, así como reactivar la cooperación anti-narcóticos y la cooperación energética. Además, busca desactivar el obstáculo que Venezuela ha supuesto para desarrollar su política latinoamericana en la última década. Por su parte, Nicolás Maduro ha conseguido el reconocimiento de EEUU y desactivar la campaña de denuncia internacional de la MUD.
 
En consecuencia, se ha abierto una ventana de oportunidad para mejorar las relaciones bilaterales como ocurrió tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en 2009; por lo cual, es necesario ser prudente sobre el posible desenlace. La diferencia es que los actores que ahora se encargan de normalizar las relaciones bilaterales pertenecen o estuvieron en contacto con el mítico “Grupo de Boston” conformado por legisladores estadounidenses y venezolanos, quienes -financiados por la OEA- buscaron después de los sucesos de abril 2002 y hasta la retirada de la oposición de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005, propiciar una relación constructiva entre EEUU y Venezuela, así como impulsar el diálogo y la reconciliación en la política venezolana. Calixto Ortega y William Delahunt pertenecieron a este grupo, y John Kerry, Nicolás Maduro y Cilia Flores participaron en algunas de sus reuniones. Ahora en el poder, reciben los ecos de sus propuestas en aquel “Grupo de Boston”, con la diferencia de que ahora no se encuentran ni Bush ni Chávez en la escena política y tienen margen de maniobra para llevarlas a la práctica. ¿Lo conseguirán? ¿Será William Delahunt el nuevo Embajador de EEUU en Venezuela?

Publicado originalmente en RunRun.es

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