Alejandro Gamez
En
un discurso pronunciado en la ceremonia de ascenso de cadetes del Ejército
colombiano el Presidente Juan Manuel Santos declaró su intención de ingresar a
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el primer escalón para
lograr este objetivo sería suscribir un acuerdo de cooperación; en palabras del
Presidente Santos: “Este mes de junio,
la OTAN va a suscribir un acuerdo con el gobierno colombiano, con el Ministerio
de Defensa, para iniciar todo un proceso de acercamiento, de cooperación, con
miras también a ingresar a esa organización”.
Colombia
en estos momentos se encuentra negociando en La Habana un proceso de paz con
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), proceso que ya tiene un
primer acuerdo en materia agrícola -acuerdo importante para un país de corte agropecuario-.
De llegar a concretarse una salida negociada al conflicto que vive el Estado
andino no tendría razón de tener un presupuesto más alto para el sector defensa
que para 2013 asciende a 25,56 billones de pesos, cifra superior en tres
billones con respecto a 2012 (cifras del Ministerio de Hacienda). Ahora bien,
¿porque el deseo colombiano de ingresar a un organismo que no está en su esfera
geográfica? ¿Qué implicaciones tiene para Venezuela que su vecino occidental busque
ingresar a la OTAN?
En
primer lugar, debemos decir que la acción colombiana recuerda los pasos
seguidos por el Ex-Presidente argentino Carlos Menem, quien en diciembre de
1996 le propuso al entonces Presidente Clinton establecer una alianza militar
entre ambos países en el marco de la OTAN. La respuesta se demoró casi un año,
pero cuando Clinton visitó a la Argentina, en octubre de 1997, anunció el envío
de la solicitud del reconocimiento del status de la Argentina como “Gran Aliado
Extra-OTAN” (Major Non-NATO Ally) al
Congreso estadounidense. Un mes más tarde, la misma fue aprobada. Esto era una
suerte de premio de consuelo a la política de alineamiento seguida por Buenos
Aires durante los mandatos menemistas, ya que la categoría había sido creada
por el Congreso para aglutinar a otros importantes aliados como Israel, Japón,
Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, Menem pensaba que esto
era un primer paso para su integración en la alianza y envió a su Canciller Di
Tella en julio de 1999 al Consejo Atlántico –órgano decisorio de la OTAN- a
solicitar un status de “miembro asociado” para Argentina. El 26 de julio de 1999 el entonces Secretario General de la OTAN, Javier Solana, fundamentó la negativa a la solicitud
argentina fundamentándola en las exigencias geográficas de la OTAN que prohíbe
aceptar como miembros plenos a países ubicados “fuera del Hemisferio Norte”.
Bajo este paraguas fueron desplegadas tropas argentinas en Bosnia y Kosovo. Hoy
por hoy, tras una década de kirchnerismo,
aunque sigue en pie formalmente este status, Argentina se ha distanciado
considerablemente de EEUU y ha pasado a denunciar una supuesta base de la OTAN
en las islas Malvinas.
A pocas horas del discurso emitido
por el Presidente Santos, voceros de la OTAN han aclarado que efectivamente se
encuentran interesados en una mayor cooperación con Bogotá, pero que el país no
cumple con los requisitos para incorporarse en la alianza atlántica.
En
consecuencia, la tentativa de Colombia sólo implica un acuerdo de cooperación
con la OTAN - no así su ingreso a la alianza- y su eventual transformación en
un “Gran Aliado Extra-OTAN” de EEUU –en lo cual ya se ha convertido de facto
tras el Plan Colombia. Todo esto se
traduciría concretamente en una promesa de mayor modernización de sus fuerzas
armadas -lo cual presiona a los grupos insurgentes hacia la búsqueda de la
finalización del conflicto armado-, y en una mayor garantía contra posibles ataques
de terceros Estados, ya que tendría un eventual apoyo de EEUU y sus aliados. A
cambio, las bases militares estadounidenses en suelo colombiano gozarían de un
nuevo paraguas estratégico y podríamos ver tropas colombianas participando en
labores de apoyo en misiones internacionales de la OTAN en el futuro –de
alcanzarse un acuerdo de paz.
Además,
debido a la posición geopolítica de Colombia con costas en el Océano Pacífico y
El Caribe, con el acuerdo de cooperación Colombia-OTAN se estaría vigilando de
“lejos” a China. En este sentido, este acuerdo formaría parte de un esquema de
seguridad complementario del “pivote al Pacífico” de EEUU –en cuyo marco se
están relanzando las alianzas militares con países asiáticos.
Otra
razón de la iniciativa colombiana es que el Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (TIAR) es obsoleto y no representa ninguna garantía para
la defensa ante posibles agresiones. Por ello, Bogotá busca esas garantías en
otras organizaciones. Además, de ser alcanzada la paz quedarán muchos efectivos
y tropas inactivos en sus cuarteles lo que podría constituir una amenaza a la
democracia colombiana si las fuerzas armadas decidieran presionar al poder
civil por cuotas de poder. Con el acuerdo con la OTAN los políticos colombianos
pueden mantener estas tropas ocupadas encomendándole misiones en el exterior en
colaboración con la alianza atlántica -como mencionamos anteriormente.
Con
respecto a las implicaciones para Venezuela de este acuerdo Colombia-OTAN,
recordemos que Caracas mantiene un diferendo con Bogotá con respecto a la
delimitación en el Golfo de Venezuela y que ambos gobiernos han mantenido relaciones
bilaterales difíciles en la última década –como muestra el último capítulo de
tensión abierto tras la visita de Henrique Capriles Radonsky a Bogotá.
El
Presidente Maduro, en conjunto con otros Presidentes de la ALBA, ya ha
rechazado la iniciativa colombiana y la ha calificado de “agresión a la unidad
latinoamericana”.
Más
allá de la retórica, nuestro país debe seguir modernizando las FANB, así como
mejorar aspectos críticos en materia de profesionalización y operacionalidad,
evitando así un desequilibrio militar frente a Colombia. Además, parece
plausible que Venezuela impulse la convocatoria de una reunión extraordinaria
del Consejo de Defensa Suramericano de la UNASUR, para analizar junto a
Colombia los propósitos, los alcances y los detalles de su acuerdo de
cooperación con la OTAN. Resultará interesante escuchar la posición brasileña
al respecto. Recordemos que Brasil –gobernado por Fernando Henrique Cardoso- rechazó
en su tiempo la estrategia de Menem de llevar a Argentina a la OTAN, y el
Ex-Presidente Lula da Silva criticó el deseo del Ex-Presidente Uribe de ampliar
el número de bases militares estadounidenses en Colombia.
Claramente el posible acuerdo de Colombia con la OTAN constituye un reto que debemos afrontar con una clara política de Estado, que debe combinar el fortalecimiento de nuestras fuerzas armadas, y el diálogo bilateral y regional con nuestro vecino occidental.
Claramente el posible acuerdo de Colombia con la OTAN constituye un reto que debemos afrontar con una clara política de Estado, que debe combinar el fortalecimiento de nuestras fuerzas armadas, y el diálogo bilateral y regional con nuestro vecino occidental.
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