Kevin Utrera
En una continuación de la
lucha por un crecimiento sostenido y una ampliación de su esfera de influencia,
China ha estado durante los últimos años llevando su “siembra” a tierras donde
espera conseguir una cosecha verdaderamente provechosa: América Latina.
La consolidación en la última década de
gobiernos de tendencias ideológicas afines en la región, ha llevado
progresivamente a un acercamiento entre los países latinoamericanos y China, lo
cual le ha permitido al gigante asiático incrementar cada vez más una marcada
influencia en lo que, en palabras del propio Secretario de Estado, John Kerry, sigue
siendo considerado “el patio trasero de EEUU”. Esta influencia es reflejada en
la expansión sostenida no sólo en las inversiones chinas en la región, sino
también en las cifras en términos de importaciones de la región desde China
(considerablemente mayores a las exportaciones), y en el gran número de préstamos
que le ha otorgado la potencia asiática a países como Venezuela y Argentina.
Ahora cabe preguntarse,
¿hasta dónde llega la influencia China en América Latina? Esta es la pregunta
que muchos se hacen hoy en día, al ver que cada vez es más evidente. Si bien es
cierto que hay un nivel de afinidad política entre los países de la ALBA
específicamente con China, el nivel de influencia en el ámbito político en la
región no ha pasado de ser una mera cooperación pragmática en asuntos de
interés compartido, la cual aún no ha desplazado la influencia estadounidense
en la región contrario a lo que puedan señalar algunos actores políticos.
Ahora, en términos
económicos, la historia es otra totalmente distinta. En la última década, las
inversiones chinas en la región han crecido de forma tan acelerada que ya, en
países como Brasil y Chile, la nación asiática ha desplazado a los EEUU como
principal socio comercial. Casos como el argentino son también importantes de
destacar, cuando en 2011 a través del China Development Bank, Beijing le otorgó
un préstamo a Argentina de 10 millardos de dólares para ayudar a subsanar la
precaria situación económica, cuando otros prestamistas le habían dado la
espalda por el gran nivel de endeudamiento de dicho país.
Cuando revisamos las cifras
de la CEPAL en términos de inversiones, encontramos que China ha escalado posiciones
en los últimos 10 años, de forma que para 2012, pasó a ser el segundo socio de
la región, desplazando a la UE, y para 2013 se estiman ya inversiones presentes
en más de 65 millardos de dólares.
Lo interesante cuando vemos
el nivel de endeudamiento de países como Venezuela ante China, así como también
los rubros en los cuales se han incrementado las relaciones comerciales, es que
nos encontramos con un refuerzo en la primarización de las economías
latinoamericanas, al enfocarse las exportaciones latinoamericanas hacia China
en los sectores energético y alimenticio, mientras que las exportaciones chinas
hacia América Latina, se enfocan en manufacturas, construcción e importantes
préstamos.
Aquí es donde radica el
riesgo de la relación América Latina-China, y de la cual surge la interrogante:
¿está siendo América Latina cada vez más dependiente de China? ¿Está China
convirtiendo a la región en su periferia, su “patio trasero”?
Al revisar opiniones desde
el punto de vista chino, como la del Profesor del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China
de Ciencias Sociales, Sun Hongbo, encontramos que la perspectiva que ellos
plantean hacia la región es de “complementariedad y competencia”. Sin embargo,
la débil posición de la industria latinoamericana en rubros manufacturados en
comparación al gigante asiático, hace prácticamente imposible -al menos bajo
las actuales condiciones- una competencia importante. Esta relación, parece más
bien responder a una búsqueda de un progresivo desplazamiento parcial de socios
comerciales y una ampliación de posibilidades como respuesta al debilitamiento
económico que han sufrido los principales socios comerciales de China (EEUU,
Japón y la UE) tras las crisis económica de 2008.
Parece ser que la afinidad ideológica, y el relanzamiento de un discurso
“anti-imperialista” en la región contra EEUU, aunado a un alto nivel de
endeudamiento en países como Argentina, que llevaron a un distanciamiento de
otras posibilidades de préstamos, han actuado como factores claves en el
acercamiento entre América Latina y China. No obstante, al analizar los
distintos factores que subyacen detrás de las superficiales opiniones
mediáticas, ésta parece ser una peligrosa relación de creciente dependencia que
se espera incluso se profundice en el próximo lustro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario