Dr.
Kenneth Ramírez
El pasado 28 de enero, el
Presidente Obama dirigió al Congreso estadounidense el Discurso sobre el Estado
de la Unión de 2014, donde señaló sin ambages que la “estrategia integral para la energía que
anuncié hace unos años está funcionando y, hoy por hoy, EEUU está más cerca de
la independencia energética”. En realidad, el Presidente Obama
intentó adjudicarse una situación energética que si bien es benigna para EEUU, no
se debe totalmente a su política energética. De hecho, su política “Nueva
Energía para EEUU” (New Energy for
America) ha sido una apuesta por las energía renovables y la eficiencia
energética con marcado sesgo anti-petrolero y resultados mixtos.
EEUU ha logrado mejorar sus
niveles de autoabastecimiento energético gracias al gran aumento de la producción
de hidrocarburos no convencionales a partir de la llamada “revolución de los
esquistos” (shale oil); que si bien
tiene un costo de producción que oscila entre 70 $/Bl y 90 $/Bl según el yacimiento,
han podido desarrollarse gracias a los niveles de precios actuales.
De manera que, el Presidente
Obama ha terminado cediendo a la realidad: el petróleo estará aquí por mucho
tiempo, y es parte vital del futuro de EEUU y la matriz energética mundial.
Esto lo confesó sin decirlo al cambiar el Secretario de Energía en 2013,
sustituyendo a un físico proclive a las renovables como Steven Chu, por Ernest
Moniz, otro físico cercano a la industria petrolera y nuclear.
Así, un Presidente Obama más
pragmático señaló en esta ocasión “las empresas pretenden invertir casi 100 mil millones de dólares en nuevas
fábricas que usan gas natural. Eliminaré los impedimentos para ayudar a
construirlas (…) Mi administración continuará trabajando con el sector”. La producción de gas natural en EEUU ha aumentado 21% desde 2010 gracias a yacimientos
de gas de esquistos como Marcellus, haciendo que los precios bajen y la
economía reciba oxígeno. Las importaciones de gas han disminuido en 23%
respecto a 2010.
Aunque el Presidente Obama no lo mencionó, la producción
petrolera de EEUU también ha aumentado considerablemente gracias a yacimientos
de petróleo de esquistos como Bakken y Eagle Ford -alcanzando niveles similares
a 1989. Por primera vez en 25 años, la producción petrolera en EEUU superó las
importaciones en 2013, las cuales han disminuido en casi 15% desde 2010. Según
las proyecciones, EEUU podría elevar su producción hasta 8,5 millones de
barriles diarios (MMBD) en 2014 y 9,6 MMBD en 2015, niveles que no se han visto
desde 1970 cuando alcanzó su pico de producción.
Aún así el Presidente Obama intentó tranquilizar su
conciencia al señalar que aumentó la producción de energías renovables y disminuyeron
las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, coloquemos las
cosas en contexto: En 2014 sólo 13% de la energía eléctrica en EEUU tiene un
origen renovable.
Todo esto se traduce en una mayor
seguridad energética para EEUU y en una posición de fortaleza en el ámbito
geopolítico. Por ello, en el apartado de política exterior de su discurso, el
Presidente Obama se comprometió con alcanzar un acuerdo nuclear con Irán este
año que podría derivar en una ampliación de su sistema de alianzas en el Medio
Oriente y permitiría un regreso del petróleo persa a los mercados, lo cual ha
causado malestar en Arabia Saudita -aliado petrolero tradicional de EEUU y mayor
productor de la OPEP. Además, el Presidente Obama señaló que seguirá utilizando
la diplomacia en Siria y culminará la retirada de tropas de Afganistán en 2014.
En definitiva, reiteró su voluntad
de disminuir la implicación estratégica directa de EEUU en el Medio Oriente -donde
ha gastado cuantiosos recursos en una larga década de guerras y del cual
dependerá menos energéticamente en el mediano plazo.
También reafirmó su
compromiso con el “pivote” al Pacífico, región donde el ascenso de China plantea
un gran reto geopolítico para EEUU en las próximas décadas.
Todo lo señalado implica que
la demanda petrolera se concentrará en China, hacia donde se dirigirá el
interés de los productores de Medio Oriente. También que EEUU tendrá mayor margen
de maniobra respecto a estos últimos al menos por una década –momento en el
cual su producción de esquistos declinará.
Por su parte, China tendrá
un abanico de alternativas de suministro, desde Rusia, Asia Central y Medio
Oriente hasta África y América del Sur.
De hecho, el Informe Mensual del Mercado Petrolero de la OPEP de enero de 2014,
señala que la demanda petrolera mundial aumentará en +0,9 MMBD este año para
ubicarse en 90,91 MMBD, con 38% de este crecimiento en China. Empero, el
informe agrega que el espacio para el crudo OPEP en
2014 disminuirá en -0,4 MMBD para ubicarse en 29,6 MMBD. Esto último se debe al
aumento de la producción en países No-OPEP, y sobre todo como vimos en EEUU.
Además, el informe agrega que China
desplazará a EEUU como primer importador petrolero mundial a finales de 2014
–puesto que ocupa desde hace cuarenta años. China importó 5,74 MMBD en
noviembre de 2013 e importará 6,04 MMBD a finales de 2014, mientras las
importaciones de EEUU se ubicaron en 7,35 MMBD en diciembre de 2013 y caerán
hasta los 6 MMBD a finales de 2014.
Como respuesta a este cambio de tendencia, China
-que ya tiene una relación energética importante con Irán- está buscando
estrechar vínculos con Arabia Saudita, y lo mismo empieza a considerarse en
Riad donde ya se habla de una “Nueva Ruta de la Seda”. Sin duda, la revolución
de esquistos en EEUU empieza a generar impacto en el mercado petrolero y reacomodos
de alianzas.
Venezuela debe
tomar nota de todo esto. PDVSA se ha planteado mantener a largo plazo el nivel de exportaciones
actuales a EEUU –esto es 0,8 MMBD- y elevarlas a China desde 0,64 MMBD en 2012
hasta 1 MMBD en 2015 -transformándose en nuestro principal cliente- y 2 MMBD en
la década de 2020, a partir del desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco.
Más allá de las dudas sobre la capacidad de PDVSA para concretar estas metas,
lo primero que salta a la vista es que no hay espacio en el mercado mundial para
más producción venezolana sin afectar la cohesión de la OPEP y la estabilidad
de los precios –ya en riesgo por la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita. En
segundo lugar, también resulta evidente que nuestros propios socios OPEP –con
la geografía a su favor- buscarán satisfacer la demanda china. A la luz de todo
esto, se requiere una profunda revisión del Plan Siembra Petrolera.
Publicado originalmente
en El Mundo Economía y Negocios
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