Prof.
Rafael Quiroz Serrano
El
punto de partida de cualquier valoración o análisis es definir el objeto o tema
a tratar.
Esquisto
es el nombre común de un crudo fósil no convencional, al que también se le
conoce como lutitas, o llamado en el lenguaje sajón “shale oil” y/o “shale
gas”. Lutitas es una roca sedimentaria abundante donde se forma el petróleo, y
por ello a lutitas (shales) se le llama también la roca madre, capaz de generar
y expulsar suficientes hidrocarburos para formar una acumulación de petróleo o
gas, que van a migrar hacia las rocas recipientes (que son las areniscas por
excelencia) o reservorios. De modo que esquisto (lutitas) es el petróleo que no
nació, es aquel petróleo que se quedó en feto o embrión porque no fertilizó, y
por ello permaneció en la roca madre para siempre.
La
revolución de los “nuevos” petróleos es posible gracias a nuevas tecnologías
que EEUU ha desarrollado, hasta lograr un método de fracturación hidráulica
(fracking), que consiste en fracturar la roca en el sustrato rocoso, mediante
la inyección de agua y fluidos químicos a altas presiones de agua, con el
objeto de recuperar los hidrocarburos (petróleo o gas) que se quedaron
depositados en las rocas madres (lutitas).
Reservas
mundiales
Esparcidos
mundialmente los recursos in-situ del petróleo de esquisto se estiman en 1.200
millardos de barriles (MMMB), de los cuales 345 MMMB son de “shale oil” y el
resto es de “shale gas”; todos estos localizados en 41 países que encabeza
Rusia, EEUU, China, Argentina, Libia y Venezuela, que ocupa el sexto lugar,
ubicados en la Cuenca de Maracaibo y Faja del Orinoco; después siguen
Sudáfrica, Polonia, Jordania, Francia, México, Argelia, Brasil, Alemania,
Pakistán, Suecia, Paraguay, Canadá, Australia, Chile, India e Indonesia. Lo
cierto es que solamente Rusia y China se equiparan con EEUU para materializar
una producción significativa de petróleo de esquisto.
Costos
y precios
Uno
de los factores limitantes con que se encuentran estos “nuevos” petróleos, no
convencionales, para la expansión de su producción, son los costos de
producción; ya que el precio necesario para que estos desarrollos sean
rentables se encuentran muy por encima de aquellos necesarios para la
producción de otros crudos, tanto convencionales como no convencionales.
Según
especialistas en el tema, el costo de producción de un barril de esquisto se
encuentra entre 50 y 85 U$/B; lo cual resulta muy elevado al comparársele con
los 10 a 20 U$/B de la Faja del Orinoco, sin incluir mejoramiento, claro está.
De allí que los yacimientos de crudos de esquisto requieren mayor actividad de
perforación que los crudos convencionales, para alcanzar y mantenerse en un
rango de producción debido a las altas tasas de declinación estimadas en 50% en
5 años, pues los factores de recuperación de petróleo de este “nuevo” crudo son
muy bajos, ubicándose entre 5% y 8%.
Esta
es la razón por la que los yacimientos de esquisto necesitan niveles de precios
altos y regímenes fiscales flexibles pro explotación petrolera, para así
garantizar la rentabilidad de los proyectos. Esto es lo que hace, entre otras
cosas, que el perfil de inversiones de los yacimientos de esquisto sea mucho
mayor y prolongado en el tiempo que los yacimientos convencionales. Por esta
causa es que esquisto solo empezó a ser rentable, en términos comerciales, una
vez que el precio del petróleo cruzó el techo de los 90 dólares el barril; por
consiguiente, a EEUU es el país a quien menos le conviene la baja de los
precios del crudo por debajo de dicho nivel.
Dificultades
y repercusiones
Sin
embargo, entre los factores asociados al petróleo de esquisto, debemos señalar
que existe gran incertidumbre respecto al nivel de reservas estimadas, impacto
ambiental, y disponibilidad de recursos; implicando ello gran margen de
variabilidad en las estimaciones de producción futura, que algunos analistas
tanto en Venezuela como en el exterior han magnificado.
Una
de las múltiples y variadas dificultades para hacer factible y rentable
este“descubrimiento” es la alta demanda de agua dulce que ello comporta; por lo
que se corre el temible riesgo de contaminación de acuíferos. Algo similar
sucede en China, país al cual algunas agencias le asignan más petróleo y gas de
esquisto que EEUU, donde la mayor parte de sus yacimientos de esquisto se
encuentra en zonas áridas o densamente pobladas, lejanas de la orilla de la
mar, carentes de la suficiente gran cantidad de agua para llevar adelante este
proyecto; amén de problemas de formación geológica.
También
las razones ambientales por el gran riesgo de dañar suelos y subsuelos se
encuentran entre las repercusiones, pues el empleo de químicos dañinos que
contaminan el medio ambiente no es baladí para los gobiernos y organizaciones
protectoras del ambiente. Y qué decir de los efectos telúricos, que debilita el
terreno dejando espacios y cavidades vacías, debido a la fracturación de la
roca, que posteriormente producirán movimientos sísmicos.
Igualmente,
la contaminación de esquisto, es el fósil más contaminante por encima de los
crudos convencionales, deja una huella ecológica bastante marcada, que a su vez
aumenta la deuda ecológica. Esto, ya justifica las presiones de las múltiples
ONG ambientalistas y ecologistas para impedir que se lleve adelante este tipo
de desarrollos energéticos. Estos elementos, son razones más que suficientes
para entender por qué Europa toda se opone al petróleo de esquisto.
Sin
embargo, hay efectos e impactos inmediatos, y a largo plazo, que
indubitablemente podrían hacerse sentir, sobre todo cuando consideramos los
crecientes volúmenes que de petróleo de esquisto, condensados y productos
líquidos del gas natural, matizadamente en los tres últimos años, han tenido
cierto impacto debido a la producción y consumo del mercado estadounidense; lo
que podría seguir representando algunas reducciones de las importaciones de
EEUU del crudo Opep (Arabia Saudita, Venezuela, Nigeria, Argelia, Libia y
Angola).
Finalmente,
no hay duda que la aparición de estos “nuevos” petróleos amenaza con cambiar el
tablero energético mundial, dado que podrían realinearse los mercados y las
naciones que nunca han tenido disponibilidad de energía. No obstante, y debemos
de afirmarlo con absoluta convicción, los “nuevos” petróleos (esquisto),
definitivamente, nos las tienen todas consigo, las “ventajas” que promete esta
“revolución” de esquisto no son tan halagadoras como mucha gente desea y ha
creído, y entre ellas algunos venezolanos. Se sugiere aun no hacer fiesta.
Publicado
originalmente en El Mundo Economía y Negocios
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