Dr. Luis
Daniel Álvarez V.
Es complicado tratar de buscar resultados favorables de algún hecho
cuando las expectativas que se habían tejido ante la actividad eran bastante
pobres y limitadas. Lo que se había previsto para la Cumbre de las Américas en
Panamá no distó mucho de lo que se vislumbraba, un escenario en el que Cuba y
EEUU coparan la escena y donde los demás mandatarios trataran de potenciar sus
temas y puntos de vista.
Lamentablemente, la Cumbre tendió hacia el fracaso desde sus inicios
cuando la sociedad civil quedó maniatada a unos foros con muy poca publicidad y
relevancia. A esto debe sumarse la denuncia formulada por disidentes del
gobierno de Cuba, como Rosa María Payá, que alegaron haber sido retenidos e
interrogados a su llegada a Panamá, recibiendo luego una escueta disculpa por
parte del gobierno local.
El Presidente Juan Carlos Varela expresó en diversas ocasiones una
visión muy limitada de la democracia, pues a su juicio, el hecho de que existan
comicios es una garantía de que el sistema marcha correctamente. Nada dice el Jefe
de Estado panameño sobre los distintos casos en los que se desconoce
diariamente la Constitución y se burla la voluntad electoral expresada en las
urnas. Todo ello lleva a rememorar los aciagos días de 1989, en cuanto a la
condena del gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez al desconocimiento del
triunfo de Guillermo Endara y luego a la invasión estadounidense. Lejos de
quedarse con un comentario genérico, como el formulado por Varela, Pérez
manifestó exigencias concretas para que se respetara la constitucionalidad en
Panamá. Como él, algunos otros Presidentes condenaron las maniobras
continuistas de Manuel Antonio Noriega.
Otro Presidente que salió con exceso de titulares en las primeras planas
de la prensa fue Raúl Castro, quien ejercía para muchos una suerte de
magnetismo hacia los demás Jefes de Estado que se apresuraban a saludarlo y
fotografiarse con él. Si bien el reingreso de la isla a la institucionalidad
latinoamericana puede ser el comienzo de la anhelada democratización, se
observa con preocupación que los densos nubarrones de represión, censura y
carestía que han caracterizado a Cuba desde la llegada de los Castro al poder quedan
de lado, como si nada hubiese pasado y sin que existan elementos que permitan
asegurar que las cosas están cambiando para mejor.
Logró Panamá ser noticia por algunos días. El encuentro, como ha sido
costumbre en las últimas reuniones de este tipo, no alcanza el consenso
necesario para declaraciones finales y termina siendo una palestra para que
todos los asistentes hablen de lo que mejor les parezca. El anhelo es que
dentro de tres años logre la Cumbre en Perú mayores resultados. Sería
importante que a diferencia de lo ocurrido en Panamá, el próximo encuentro sea
un paso al desarrollo y a la democracia y no el escenario para egos,
revanchismos y discursos de muy pobre nivel.
@luisdalvarezva
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