Prof.
Eloy Torres
Barry Buzan y Richard
Little en su trabajo International
Systems in World History. Remaking the Study of International Relations, analizan el desarrollo de la idea de la
supremacía, por ejemplo, del poder marítimo en la historia de la Humanidad. El
trabajo destaca el llamado de atención que hiciera Alfred Mahan, sobre el
peligro que representa, para la “civilización marítima”, países como Alemania,
China y Rusia. Por lo que era necesaria una victoria sobre Rusia, esa masa continental
“sin interrupción” que se extiende desde Europa hasta tocar la nariz del país
del sol naciente. Había que evitar su fortalecimiento. Ahora bien, según los
autores citados, una estrategia bien asentada era el bloqueo de los territorios
enemigos en el mar y a lo largo de las líneas costeras, hasta agotarlos. Se ha
estudiado la aportación del geógrafo Mackinder quien ha mostrado la importancia
de la geopolítica de la zona geográfica. Eurasia es clave en el análisis del Mundo
y Rusia su exponente.
Eurasia, un modelo de civilización que no se inscribe en los ideales de
democracia y libertad occidentales (el Atlantismo). Éstos no se corresponden
con los de los euroasiáticos y difícilmente lo aceptan en sus zonas geográficas.
Halford Mackinder fue visionario cuando argumentó que había que considerar a
China con sus implicaciones. Los rusos, tras una pausa de 74 años de socialismo
sangriento, como confiscador lo comprendieron y hoy vuelcan su mirada hacia ese
gigante; hoy mantienen, en común, con los chinos, elementos
axiológicos, entre ellos la animadversión hacia el Atlantismo; ambos
“ninguneados” por éste y Crimea es una respuesta.
El drama ucraniano se inscribe en la preocupación de Mackinder. Crimea
es el resultado de una lógica evolutiva. Europa y los EEUU no tienen razón por
lo de Ucrania. La historia lo afirma. Ella es rusa, fue ucraniana durante 60
años; gracias a un obsequio del Jrushov. Rusia la perdió sin disparar un tiro y
la reconquistó de la misma forma, pacíficamente; por lo menos el conflicto fue
mediático, no real. Lo mediático, al principio fue ruido y punto. Luego ciertos
movimientos casi llevan a una guerra generalizada. Hubo amagos sangrientos, es
verdad, pero las cosas no fueron más allá. Todavía el peligro se mueve a “lo ruso” en la
zona. A pesar de todo creemos que los representantes del pensamiento
atlantista, contrario a lo apuntaban Mahan y Mackinder, no se salieron con la
suya. Algo se mueve. Decíamos en otros contextos que el paradigma del constructivismo
liberal en las Relaciones internacionales había fracasado en el caso de Ucrania
y Rusia; es decir esa corriente de pensamiento de moda que se opone a las
teorías realistas. Esta tesis no contempla lo que Renouvin, llamó: las fuerzas
profundas de la historia. Para no hablar sobre aquellos que optan por
privilegiar el discurso económico y olvidan el político, o bien osadamente,
hablan del fin de las fronteras entre los Estados y que la economía lo resuelve
todo. Luego critican a todo aquel que toque la historia. Éstos son acusados de
cultores del “isomorfismo histórico”. Veremos más adelante.
Eurasianismo es una corriente de pensamiento, una doctrina que
imperceptiblemente se fue difundiendo entre las dos guerras que sacudieron al Mundo
durante el siglo XX. Elaborada por la intelectualidad rusa sacrificada sanguinariamente
por Lenin y luego por Stalin. Solzhenitsin en su literatura apuntaba esa
dirección. Rusia debe buscar su redefinición en el Mundo. Los eurasianistas, enemigos
de las tesis marxistas, por el “internacionalismo comunista” que, según ellos,
emanan de las corrientes europeístas, particularmente de la intelectualidad de
los grupos judíos, cuyas brillantes mentes arroparon a Europa. No es casual el
odio de Hitler y Stalin contra esa comunidad. Un germano, no alemán y un
paneslavo no ruso, sino georgiano. Hoy los eurasianistas ven florecer las
condiciones que habían prefigurado. Putin –con su proyecto de Unión Euroasiática-
es hoy su máximo exponente.
Es toda una discusión en la intelectualidad de ese país, que no “inteligentza”
rusa. Esta última es otra cosa, pues
siempre manifestaron su apego a la cultura europea, en tanto que la
intelectualidad rusa con Berdiaeff, Vernadsky, entre otros, alimentados con la
savia dostoievskiana según la cual, Rusia no es europea ni asiática; ella es
una etnia separada cuyo fundamento axiológico se inscribe en la ortodoxia
cristiana. Es decir en algo que no es ni lo uno ni lo otro; en referencia a
Europa y a Asia. Para los eurasianistas, el concepto o ideal de democracia
europea no es válido para Rusia, tampoco el marxismo leninismo. La forma
política de éstos debe ser la “ideocracia”. Vale decir la unidad basada en la ortodoxia cristiana. Esa
unidad según los euroasiáticos, fue la clave de Lenin, pero su error:
substituir la ortodoxia cristiana con esas ideas paganas del bolchevismo. Era
una arbitraria substitución por parte de ese régimen. La idea de Eurasia fue
adormida por los tiempos.
Hoy Rusia, con Putin a la cabeza, observa la posibilidad de reconstruir
el concepto de Eurasia. Crimea es un hecho cuya razón es innegable y sirve de
catalizador para el reacomodo internacional
de Rusia. Tras la desaparición del imperio zarista y luego de la URSS, Rusia con
el concepto de Eurasia, busca una redefinición frente a Occidente. Se observa
un nacionalismo imperial. Eurasia es un
concepto que moldea una actitud. Ella substituye a la ideología comunista, pero
cumple el mismo papel. Dicen los expertos que así como el marxismo leninismo
substituyó la idea imperial del carácter misionero de la religión ortodoxa de
Rusia, es decir como idea civilizatoria, el concepto de Eurasia substituye al
internacionalismo soviético. Rusia va por sus fueros y Crimea es apenas la
punta del iceberg; ella en conjunción con otros factores dinamizadores de las
relaciones internacionales, como China, por ejemplo, constituye un elemento que
Occidente debe ponderar.
@eloicito
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