Prof.
Eloy Torres
Releyendo la “Historia general de las civilizaciones. Oriente y la
Grecia antigua”, trabajo realizado por André Aymard y Jeannine Auboyer,
ambos franceses, nos topamos con ese intento por explicar las consecuencias de
la extensión de Grecia; ella de la mano de Alejandro Magno, tropezó con una
realidad. Cito: “…era fatal que extendiendo desmesuradamente su espacio
geográfico, prestándose a contactos múltiples con civilizaciones centenarias,
amoldándose a nuevas condiciones, el helenismo evolucionara e incluso se dejara
penetrar por influencias extranjeras. De esta forma nació y se desarrolló la
civilización helenística, no tan puramente helénica como la civilización griega
clásica, también de menos altura y de menor rigor lógico, pero más flexible,
más variada, mejor adaptada a una humanidad muy varia, a cuyas necesidades
comunes tiene la ambición de responder” (pag. 595).
Ese fatalismo minado por
el estoicismo nos señala que todo vive su determinación. Mas, también hay que
decirlo, en algunos casos, ese fatalismo necesariamente no implica pesimismo.
Esto, viene a cuento por el ejercicio de extrapolación que realiza, el muy
respetado analista chileno, Fernando Mires, sobre la realidad cubana y su
inevitable aterrizaje o fatal desenlace en el modelo chino o vietnamita.
Es muy cierto, levantar
el embargo sobre Cuba configurará un ejercicio liberador sobre la sociedad
cubana desde el punto de vista económico. En tanto que en lo político se busca
apuntalar un esquema de dominación similar a los países señalados anteriormente.
Eso es lo que se intenta. Mires considera que habrá significativos “… cambios
que van más allá de las relaciones entre EE UU y Cuba. Pues aquello que ya
comienza a configurarse es el fin de un proyecto estatista, vale decir, la
renuncia implícita del régimen a controlar a todo el aparato económico”. Más
adelante, el mismo Mires, remata con esta sentencia “… el fin del totalitarismo
económico no llevará de por sí al fin del totalitarismo político, entre otras
razones porque el concepto de totalitarismo tiene una connotación política y no
económica”.
Si bien es cierto que el
totalitarismo político trae en consecuencia la confiscación del pensamiento de
la sociedad por aquellos que conducen al Estado en todas sus esferas y niveles,
no menos cierto es que esa “confiscación” no se aguanta per saecula
saeculorum. La sociedad encuentra los mecanismos para abrirse. Esto lo
decimos desde una perspectiva histórico- evolutiva del hombre. Máxime que,
Cuba, en alguna ocasión conoció las bondades de un régimen democrático.
La aludida confiscación,
como dice Mires, por parte de esa “clase dominante cubana (ejército + partido)”
(¿?) en efecto tiene una existencia objetiva, mas, ella será efímera. No
puede durar mucho. Cuba soportó 50 años, es verdad, pero era la guerra fría y
el paredón estaba ahí; éste, acostumbra a cualquiera. Pero, también hay que
decirlo: Cuba no es réplica de las sociedades aludidas, léase Vietnam y China.
Sobre este última, al seguir a Martin Jacques en su obra “Cuando China gobierne
al mundo”, diremos que, en efecto, ella ha alcanzado un éxito en la imposición
de ese modelo, justamente por ser asiático y por responder a una axiología en
específico. Ese modelo exuda éxitos por cuanto China ha evolucionado con éste y
se apalanca no en el modelo clásico de “Estado- Nación, sino en el
Estado-civilización. Nosotros en Occidente nos hemos formado sobre la base de
la Nación, mientras que China sobre la base de la Civilización. Ella, por
lo tanto, no es sólo su historia, sino también es su propia civilización. Es un
proceso vivo y dinámico, en lugar de ser estática y sin vida como aquellos cuyo
objetivo es observar sólo el pasado. China piensa en el país y no en
individuos, muertos o vivos. Ellos superaron a su último Dios: Mao Tse Tung y
piensan, como país, que busca la felicidad para ellos y no para otros.
Paradójicamente, esa
transformación en gran potencia es obra de un partido comunista. Ese proceso se
inició cuando éste, como sistema universal, se derrumbaba en Europa. Ello tiene
una explicación: el sistema político chino ha conservado los ancestrales rasgos
tradicionales y culturales, incluso, durante el comunismo más duro. Jamás se
entregaron a potencia alguna; mucho menos a países pequeños. La política China
tradicionalmente ha puesto un alto valor en la importancia de la creencia moral
y el ejemplo ético. Los funcionarios son educados por la enseñanza de Confucio.
El compromiso de las normas éticas, como principio para gobernar, se combina
con la fuerte creencia del papel de la familia y la educación en la formación
de los niños.
La familia china y el
Estado son complementarios, se apoyan recíprocamente. La democracia China,
difiere de la que conocemos. Ellos toman como base a Confucio; ponen énfasis en
la legitimidad tradicional, como la llama Max Weber. Su dominación comunista no
se asemeja a la versión soviética o cubana, mucho menos a la venezolana en sus
dos versiones: la inicial y mucho menos la que heredó el poder.
Mires argumenta que la
dificultad de Cuba para adaptarse a ese modelo asiático reside en la
inexistencia de una “burguesía nacional”. Todos los países de la región sufren
del mismo mal. Es el resultado de una forma específica del mercantilismo
español. No obstante, hay que leer bien la historia. Cuba antes de la
Revolución era un país dueño de éxitos que la apuntaban como próspero y culto.
Pero, hay que subrayar: durante más de 55 años hemos creído en datos falseados
por la imponente realidad adornada con la humeante barba de Fidel y sus 12
héroes de la Sierra Maestra. Esto es, Cuba era un burdel, propiedad de los
EEUU. La mitología hollywoodense sirvió a los que la combatían: Fidel y sus 12
hombres.
Para aquellos que no
tenían a mano cifras concretas, Cuba fue, repito, un burdel manejado por
Washington. Por supuesto, Cuba no era un país desarrollado, ni sus riquezas se
distribuían equitativamente, por cierto tampoco Fidel lo hizo. No obstante, en
1958, Cuba y su economía saboreaba apenas el 16% del capital
norteamericano invertido. En tanto que el azúcar, el principal comodity cubano
era manejado en un aproximadamente 60% por cubanos. Cuba antes de Fidel tenía
unas políticas sanitarias de primer orden superior frente a la región. Por
ejemplo, la mortalidad infantil era la más baja. Basta releer los datos de la
Organización Mundial de la Salud. Cuba había eliminado prácticamente el
analfabetismo.
En 1958, Cuba tenía una
población un poco menos de 6.500.000 habitantes. Disponía de una legislación
laboral adelantada. Contaba con un poco más de 2,000.000 trabajadores. El
desempleo era bajo. Fue el primer país latinoamericano que tuvo TV: la poderosa
CMQ. Cuba observó el crecimiento de poderosa clase media; la misma que se
enamoró de Fidel y su tabaco, vestido de verde oliva. Era el caudillo
necesario. Igual suerte ocurrió en Venezuela y todos sabemos el resultado.
Cuba no era un burdel,
como propagó la ideología del Caudillo guerrillero. Era, eso sí, un país
enfermo de exclusión, incluso racial. Todavía se respira el racismo en esa
isla, a pesar de los avances sociales de la misma revolución. Tampoco hay que
negarlos. Insisto Cuba tenía todo para convertirse en una sociedad moderna.
Faltaba el elemento político democratizador. Batista fue el epitome de esa
ausencia de democracia. Es ahí donde apareció el comandante y mandó a parar y
se apoderó de toda la sociedad e incluso sirvió de modelo para otras realidades
en el hemisferio. Hoy Venezuela es un ejemplo. Cuba, como sociedad, se estancó
en el año 1959. Quien visite ese país podrá verse en una película hollywoodense
de los años 40 y 50. La realidad física cubana no ha cambiado y el transporte
que permite la movilidad, no arranca pues están detenidos en esos años; no hay
repuestos y la gasolina es escasa.
De modo que esa visión
ideologizada y convertida en religión para la izquierda mundial y
particularmente la latinoamericana según la cual Cuba antes de Fidel era una
aldea empobrecida e insalubre es totalmente falsa. Lo que si hay que decir es
que el sacrificio ha sido enorme para aparentar esa mentira. Cuba superará su
realidad sin ese fatalismo en el cual la quieren encallejonar. La guerra fría
acabó y el paredón es inservible. Ella tiene elementos estructurales en su
población que la hacen dueña de un optimismo. El espíritu innovador del cubano,
renacerá cual Ave Fénix, gracias a la inversión que ese Estado revolucionario
hizo durante mucho tiempo: ciencia y tecnología. Hoy la dirigencia cubana es
débil. Sabe que su prolongación en el poder, en tales condiciones, es finita.
Ese aludido esquema oriental no puede ser instaurado en Cuba porque no es
Vietnam ni China. Las nuevas relaciones entre los EEUU y Cuba confirman ese
aserto La democracia fundamentada en la axiología occidental, tarde o temprano,
se impondrá, tal como dice la canción de Serrat: “Si cuando se abre una flor,
el olor de la flor se le olvida a la flor”.
@eloicito
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