Prof.
Eloy Torres
En días pasados se produjo una noticia que
rompió el celofán mediático: la visita de Obama a Cuba para definitivamente
“bautizar” sus relaciones con la isla. El Mundo observó como todo el aparato
del Estado cubano se puso al servicio, exclusivamente, de esa visita, a pesar
de que hubo un “pequeño” e inesperado movimiento turístico bolivariano que
aterrizó en suelo cubano a última hora, antes de iniciarse la vista. Fue una
picada de zancudo en la parte trasera de un elefante. Ese país completo, el que
vive en la isla y el otro que está en Miami, transpiró esperanza en la búsqueda
de una nueva realidad. 57 años de un régimen cansado por los tiempos y una
población envejecida por el recuerdo de lo que no pudo conocer. La realidad es
la realidad. Raúl lo comprendió y Obama también. Hay que aprender a vivir con
las diferencias (Raúl Castro) y si quieres resultados distintos, no debes seguir
en lo mismo (Barack Obama).
El peso de esos 57 años, seguramente hace que
algunas personas no comprendan esos cambios en su complejidad. Éstos, son
vistos con suspicacias y además percibidos como imposible. No es para menos. Es
mucho el tiempo transcurrido. No obstante, hay que ponderar que Cuba no es la
misma de hace 20 años ni los EEUU tampoco. Hemos dicho, en reiteradas ocasiones
que Cuba, durante todo el siglo XX, estuvo marcada por las figuras de Fulgencio
Batista y Fidel Castro. Ambos líderes y caudillos, poco dados a aceptar una
contradicción. Ha sido su visión y punto. Ellos marcaron con su impronta a
Cuba. El segundo está cansado y busca revivir su “gloria”. Morirá con las botas
puestas y en su ley.
Por lo que hay algunos que no creen en la
acción política de Raúl Castro y de los cubanos. Algunos fraternales e
inteligentes amigos estiman que la actitud de los Castro resume, de alguna
manera, la visión del “Good cop/Bad cop”. Esto viene a cuento,
pues, luego de la pomposa visita, apareció Fidel, con una epístola para el
hermano Obama. El envejecido caudillo bramó con sus escasas barbas y criticó el
lenguaje “almibarado” del Presidente norteamericano. En efecto, esa misiva,
publicada en el Granma, órgano
oficial del Partido Comunista de Cuba, asoma una cierta disonancia con la
música que hasta ese momento estuvo sonando. Éste remató con una larga y muy
característica frase suya: “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este
noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual
que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”.
Más adelante y para terminar, el envejecido patriarca,
sentenció: “Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las
riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de
nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros
esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y
la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta”.
Al parecer hay una seria lucha entre
bastidores en la nomenclatura cubana. Creemos es así. El hijo de Fidel, que no
Fidel Castro Díaz-Balart (1949) sino Alejandro Castro Sotodel Valle (1971) asomó
una sui generis realidad al mejor
estilo de los Borgia, al sentenciar: “aquí en Cuba no hay dinastías”. Lo afirmó
en una entrevista con Univisión y agregó:
cuando el tío Raúl Castro “concluya su mandato” en 2018, el poder “no pasará a
alguien de la familia, sino a personas que estén preparadas para ello”. Estas
expresiones aparecen luego de la visita de Obama.
Creemos estar ante una lucha por el poder. Ello
no es nuevo. La historia siempre ha sido un reservorio de hechos similares. Como
quiera que la ideología ya no está presente en las relaciones EEUU-Cuba, el
fantasma que recorre a América, vale decir el fantasma del mercado, enfila sus fuerzas
hacia la isla mayor de El Caribe. Son muchos los negocios. El hijo de Raúl, Alejandro
Castro Espín, quien es ingeniero y magíster en relaciones internacionales, asoma
su rostro como el sucesor quien por cierto acompañó a su Padre, durante la
recepción oficial a Obama y su delegación.
Se habla de una transferencia del poder de Raúl a Alejandro
Castro Espín quien desde ya ocupa posiciones claves en la estructura del
gobierno. Le apoya, Mariela Castro Espín, su hermana, la sexóloga y principal
soporte de los cambios en la antropología cubana, forzada ésta por la
dictadura. Se observa el cambio de la visión oficial sobre la homosexualidad,
gracias a esta mujer abanderada de su inclusión en la sociedad cubana ¡Cómo han
cambiado los tiempos!
La permisividad en los viajes allez retour Miami–La Habana fortalecerán
los cambios. El país se reencontrará. En cuanto a los cambios políticos, “es
cuestión de tiempo”, como decía el Cardenal Richelieu. No se trata de traición,
sino de realidades. En una ocasión citamos una canción cubana que burlaba la
censura impuesta en los años 30 por el dictador Gerardo Machado, el asno con
garras, como le llamare Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista
cubano. Se trató de una canción: el ratoncito Miguel.
Una aparentemente pieza infantil que buscaba
estimular la alegría y el baile, pero sin alborotar al gato Misifú que podría despertar.
No hay queso y los ratones morían de hambre, a menos que alguien le arrancase el
corazón al gato. Esa canción le costó la cárcel al autor, Félix Benjamín
Caignet, el mismo que escribiese la obra ligera El derecho de nacer. En
Cuba, él dinamizó el género que había nacido en Francia, gracias a Eugene Sue
con sus famosos “Misterios de Paris”. Félix B. Caignet lo aplicó en Cuba e
irradió a toda Latinoamérica. Por cierto, Gabriel García Márquez, expresó que
ese género “abrió caminos en Latinoamérica e hizo más que todos los programas
de gobiernos antipopulares por llevar a las grandes masas analfabetas un
sentido de la justicia social”. La realidad cubana se mueve como una telenovela
por capítulos. Hoy esperamos que pasará más adelante ante
estas jugadas de los hijos de los principales líderes de Cuba. Uno que ya está
ido y el otro que anuncia su pronto retiro.
Personalmente no creo, estar ante un drama
machbethiano donde la sangre correrá cual ríos en la lucha por el poder en
Cuba. Más bien pensamos en una inminente puesta en escena de la “Comedia de las
equivocaciones” del mismo Shakespeare. El Mundo debe prepararse para ser
espectador de una pieza donde el humor será la clave. No hay que olvidar ni
echar en un saco roto, la manera tan jocosa, como Obama saludó a los cubanos. Nosotros
en Venezuela debemos abandonar esa visión, comprensible por demás, pero inútil,
pues los cubanos, tras 17 años de convivir “involuntariamente” con los
venezolanos y su tendencia democrática, gracias a Chávez y Maduro, no querrán
volver a su miseria comunista de 57 años de “dignidad”, pues, como dicen los
cubanos, ella es la de Fidel, no la de ellos. El Mundo ha cambiado y Fidel se apresta
a morir con sus botas puestas y su “dignidad”. Mientras que en nuestro país, mejor
nos preparamos para decirle a los cubanos: Asere,
¿qué volá?
@eloicito
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