Lic. Victor Hugo Matos
En
política, es difícil predecir cuándo una tendencia política puede volver a
aparecer. Muchas veces, simplemente se encuentran dormidas dentro de lo más
profundo de las sociedades, esperando por un catalizador adecuado, como una
crisis económica, para reaparecer con fuerza y lograr nuevamente cambiar el
sistema político.
En
el caso de la Unión Europea, el resurgimiento del nacionalismo y el populismo
ha generado una enorme preocupación entre las fuerzas políticas tradicionales, en
la medida en que estas fuerzas emergentes ya están reconfigurando el espectro político.
Incluso, han venido superando las
etiquetas de “ultra-derecha”, porque
muchos de estos partidos presentan programas económicos de corte proteccionista
que encuentran resonancia en sectores de la izquierda tradicional; siendo
prueba de esto la extraña alianza contra el euro que se ha gestado a nivel del
Parlamento Europeo entre el Frente Nacional (Francia), el Movimiento Cinco Estrellas
(Italia) y Podemos (España).
De
hecho, en estos días existen una miríada de partidos que representan esta
tendencia, como es el caso del Frente Nacional o el Partido “Demócratas Suecos”;
pero es la “Alternativa por Alemania” (Alternative für Deutschland, AfD) el que
acapara más titulares, dado el potencial efecto de sus recientes resultados
para la política del gigante alemán y la larga sombra del pasado Nazi.
Pero,
¿Qué es y de donde viene AfD?
La AfD
es un movimiento político que surgió, como suele suceder con las nuevas agrupaciones
nacionalistas en Europa, tras la crisis del Euro. Es decir, como una formación
euro-escéptica, que se planteaba una salida ordenada de Alemania del euro y el
retorno del marco alemán, bajo la idea de que Alemania no podía seguir
manteniendo a gobiernos como el de Grecia a costa del dinero de los ciudadanos alemanes.
No obstante, pese a que estas
declaraciones les ayudaron a reclamar titulares en sus comienzos, no les ayudó
mucho en su primera participación en las elecciones estadales de Baja-Sajonia en
2013 donde obtuvieron apenas un 1,1% de los votos totales, generando una
decepción entre sus filas que debilitó enormemente al movimiento.
Ante
de este desastroso resultado, la AfD comenzó un período de reflexión y de
cambio impulsado tanto por la dirección como por las bases, que forzó a la
formación a abstenerse de participar en los procesos electorales por algunos
meses, un proceso que usualmente implica
la desaparición en partidos pequeños, pero que en el caso de AfD se tradujo en
una mejora en el funcionamiento de la maquinaria política y en la mensaje; permitiéndole
obtener buenos resultados en las elecciones
al Parlamento Europeo en mayo de 2014 (7,1%) y sobre todo en las regionales en septiembre
de 2014, donde obtuvieron el 10% de los votos en Turingia, Brandeburgo y un
resultado casi parecido en Sajonia.
Sin embargo, estos éxitos
electorales no pudieron detener las fuertes luchas internas entre las figuras
más importantes de la dirección del movimiento, viéndose enfrentados la actual
Secretaria General, Frauke Petry, y uno de los fundadores de la AfD, Bernd
Lucke, quien en ese entonces era considerado la cara visible del partido. Ambos
individuos se enfrentaron continuamente aunque de forma soterrada en la medida
en que Frauke aumentaba su influencia entre las bases del partido en zonas como
Sajonia o Turingia. No obstante fue la aparición de la formación
anti-inmigrante “Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente” (por
sus siglas en alemán, PEGIDA) en octubre de 2014 y la tormenta mediática que
trajo consigo, la que profundizó de forma irreversible la división entre ambos
líderes, en la medida en que Bernd Lucke consideraba el movimiento muy alejado
de lo que consideraba los valores del movimiento, mientras que Frauke veía en
PEGIDA la clave para revitalizar la AfD.
En la medida en que PEGIDA empezó
a acaparar titulares, la distancia entre ambos líderes creció más y más, hasta
el punto en que cualquier posibilidad de integrar la posición euroescéptica de
Lucke con la clara postura anti-inmigrante de Frauke resultó imposible;
llevando a una lucha interna que culminaría con una primaria interna a finales
de 2015, donde la clara victoria de Frauke con un 60% de los votos forzaría a
Lucke a dejar de ser miembro de la AfD.
Desde entonces, AfD ha asumido como
elemento fundamental de su marca las ideas de PEGIDA, introduciéndolas dentro
de su manifiesto político en el último congreso del movimiento celebrado a
finales de abril de 2016 en Stuttgart, donde declara que el Islam no es
compatible con la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania (constitución
alemana). En efecto, Beatrix von Storch, Vicepresidenta de la AfD, ha pedido
intervenciones armadas y letales en la frontera para “defenderse” de la oleada
de refugiados musulmanes, los cuales golpean la puerta de Europa huyendo del
conflicto sirio y el caos libio.
No obstante, lo que parecía una
propuesta radical y sin mucho futuro en un país como Alemania, ha resultado ser
exitosa. La AfD logró aumentar su base de apoyo, arañando votos de antiguos
simpatizantes de la “Unión Demócrata Cristiana” (por sus siglas en alemán, CDU)
descontentos con el centrismo de la Canciller Merkel y su política migratoria.
Así, obtuvo excelentes resultados en las elecciones regionales en Baden-Wurtemberg
(15,1%), Renania-Palatinado 12,6%) y Sajonia-Anhalt (24,3%) celebradas en marzo
pasado, convirtiéndose este ultimo en el principal granero de votos del
movimiento.
Esto implica que es momento de
reconocer el ascenso de la AfD, que ya no puede ser tipificada como un partido
minoritario. La AfD ya tiene 12% en la intención de votos a nivel nacional, lo
cual le convierte en tercera fuerza política alemana por delante de los Verdes,
los Liberales y los antiguos comunistas y socialdemócratas desengañados
agrupados en La Izquierda; y principal partido opositor a la gran coalición (Große Koalition) de democristianos y socialdemócratas. La exitosa combinación populista de su nueva postura extremista anti-Islam, sumada a su natural euroescépticismo, abre la posibilidad de que a Frauke se le presente un escenario parecido al que experimentó el “Partido Progresista” noruego que gobierna con los conservadores en coalición.
No obstante, esto no implica que
el resto de partidos se hayan quedado simplemente viendo crecer la hierba. De
hecho, el crecimiento de la AfD ha obligado a acelerar el acuerdo entre la CDU
de la Canciller Merkel y los Verdes en Baden-Wurtemberg; a lo que hay que
sumarle el reconocimiento de Merkel a la AfD como partido y la invitación a
debatir, lo cual podía exponer las divisiones que existen entre los sectores
moderados y radicales de AfD en asuntos como economía o migración que quedaron
reflejados en el último congreso.
Aunque las elecciones generales en
Alemania todavía se antojan lejanas como para realizar una
predicción adecuada, sobre todo porque el ambiente político está muy marcado por la debilidad aparente del
Partido Socialdemócrata de Alemania (por sus siglas en alemán, SPD) o la sensibilidad que ha suscitado el reciente ataque en una estación
de tren en Múnich de un hombre armado con un cuchillo, es necesario introducir a
la AfD en cualquier cálculo. De hecho, la AfD ya tiene la vista puesta
en los comicios regionales de septiembre próximo en Berlín y
Mecklenburgo-Antepomerania, como trampolín para las elecciones generales de
2017.
@ViktorRonin
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