Luis Manuel Esculpi
En los regímenes democráticos
más avanzados el diálogo constituye un aspecto esencial de la vida política. La
experiencia venezolana durante el período de la República Civil -pese a sus
carencias y limitaciones- contempló rasgos distintivos propios de regímenes
progresistas. El intercambio de opiniones, la búsqueda de consenso entre el
gobierno y la oposición y los acuerdos constituyeron parte sustancial del
comportamiento político, en ese lapso en que el país alcanzó los avances más
notables de su historia.
Son
suficientemente conocidos los acuerdos para la Directiva del Congreso y para la
integración de los otros poderes, es más, en la República Civil hubo
varias experiencias de coaliciones en diferentes gobiernos.
A
ese diálogo propio de las democracias modernas no es al que queremos ahora
referirnos, por supuesto radicalmente distinto a la relación entre gobierno y
oposición en aquellos regímenes caracterizados por el autoritarismo y con
un gran déficit de funcionalidad democrática.
El
diálogo político como un medio para resolver controversias agudas se propone
evitar que la confrontación pase a niveles de conflictividad tales, que puedan
resultar aún más traumáticos o cruentos. El diálogo político en estas
situaciones es una herramienta útil para cada una de las partes, que les
posibilitaría alcanzar metas y la búsqueda de objetivos comunes. En otras
palabras el diálogo político es un medio, no un fin en sí mismo. Una obviedad
que a veces se olvida.
Ante
la reunión del Consejo Permanente de la OEA convocado para tratar el caso
Venezuela, el gobierno hace desesperados esfuerzos para proyectar la
imagen de ser un propiciador del diálogo, pretende trasmitir la idea de un
país que marcha en esa dirección. Intenta evitar el debate el escenario
internacional bajo ese pretexto.
Por
supuesto que ninguna organización política puede en medio de una crisis como la
que confrontamos negarse a dialogar, la Mesa de la Unidad (MUD) ha mostrado su
voluntad en ese sentido, ahora bien, hay que definir muy claramente los
objetivos de las fuerzas democráticas al participar en los encuentros que se
han convocado.
Fue
justo participar en la primera reunión con la comisión de los ex presidentes en
República Dominicana, para conocer las proposiciones y la visión de esa
comisión a partir de las conversaciones con el gobierno. Igual de justo
consideramos no asistir a la segunda convocatoria, cuando el gobierno
introducía un recurso contra la Directiva de la Asamblea Nacional, y apelaba a
todo tipo de artimañas para dificultar el famoso invento de la validación de
las firmas.
El
Gobierno tiene claro su objetivo de ganar tiempo para evitar que el Referéndum Revocatorio
se realice este año, además pretenderá igualmente comprometer a la oposición en
algunos aspectos de su gestión. La MUD ha establecido como la alternativa
democrática y constitucional para el cambio político la realización del
revocatorio, en la agenda trasmitida por los facilitadores y propuesta por el
gobierno no figuraba el cronograma para el referéndum. Objetivo fundamental
para las fuerzas democráticas.
Hay
asuntos elementales para constituir una mesa de diálogo, la concertación de una
agenda con definición de prioridades, en caso de necesidad de participación de
un tercero (como el nuestro) bien como facilitador o mediador debe
seleccionarse de mutuo acuerdo para que pueda gozar de confianza de las partes.
La
comisión de los Ex-Presidentes fue designada por UNASUR en acuerdo con el gobierno
venezolano, los tres han demostrado sus simpatías con el llamado “proceso”, su
coordinador ha expresado desacuerdo con el Referéndum Revocatorio, labor
impropia de quién tiene la misión de facilitador. El diálogo político solo
tendría viabilidad si incluye como aspecto prioritario de la agenda, el
cronograma para la celebración del referéndum, la libertad de los presos, el
regreso de los exilados y el respeto al poder legislativo.
Para
que la comisión designada por UNASUR pueda cumplir el rol de facilitador, ella
debe ser ampliada con figuras imparciales que garanticen el equilibrio
necesario.
A
menudo para defender el diálogo en cualquier condición, se menciona la
Conferencia de París, a las conversaciones sostenidas por vietnamitas y
norteamericanos a partir del año 1969. Entre muchas anécdotas que se
relatan; se recuerda como allí se debatió previamente hasta las características
de la mesa y el orden de entrada al lugar de las reuniones. De tal manera que
no constituye ninguna extravagancia exigir el cronograma del Referéndum Revocatorio
como tema prioritario y proponer la ampliación de la comisión
negociadora. Propósitos que se inscriben plenamente en la estrategia
diseñada -pese a las triquiñuelas y obstáculos del adversario- que se ha venido
ejecutando con éxito.
@lmesculpi
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