Dr. Kenneth Ramírez
Desde
hace mes y medio, hemos visto un creciente interés de la Comunidad
Internacional por la crisis de Venezuela. Más allá de lo declarativo, se han
puesto en marcha iniciativas de diplomacia preventiva, cuyo clímax observaremos
esta semana. Existe mucha preocupación por el deterioro de la situación
venezolana que puede llevar a escenarios de explosión social, violencia e
inestabilidad política con consecuencias para todo el vecindario. Desde el
gobierno venezolano se cree utópicamente en la posibilidad de cambiar esta
realidad con maniobras diplomáticas. Lo cierto, es que si la crisis sólo fuera
política, quizás podría hacerlo. Empero, el agotamiento del modelo económico
agravado con la caída del petróleo, ha llevado a una severa contracción del PIB
en -5,7% en 2015, y los pronósticos del FMI apuntan a que lo hará en -8% en
2016 y -4,5% en 2017. Además, todas las agencias señalan que los precios del
petróleo se mantendrán entre 40 y 50 $/Bl en lo que resta de 2016 y apenas
repuntarán un poco más en 2017, sobre todo una vez que han constatado que la
OPEP no tomará decisión alguna en el corto plazo. Todo esto, a su vez, ha
generado una crisis humanitaria debido a la escasez de alimentos y medicinas, el
aumento del desempleo y la delincuencia. La CEPAL señala que niveles de pobreza
han aumentado hasta alrededor de 40%.
En
este contexto, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, presentó un
informe contundente el pasado 30 de mayo, el cual concluye que en Venezuela existe
una alteración del orden constitucional que afecta gravemente el orden democrático,
de acuerdo al artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana. Lejos de una
suspensión de Venezuela de la OEA para lo cual no existe interés en este
momento, de activarse la Carta -se requieren 18 votos- se desplegarían
gestiones diplomáticas para destrabar la celebración de un Referéndum
Revocatorio este año, liberar los presos políticos, abrir un canal humanitario
y resolver el conflicto existente entre los poderes públicos. Este jueves 23 de
junio, se ha convocado un Consejo Permanente de la OEA para realizar una
apreciación colectiva de la situación venezolana a partir del informe Almagro y
tomar una decisión.
Por
otra parte, tenemos las gestiones de los Ex–Presidentes José Luis Rodríguez
Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández, para propiciar un diálogo político
en Venezuela y hacer recomendaciones para atender la crisis económica. Esto
nació de una iniciativa del Secretario General de la UNASUR, Ernesto Samper,
quien ha tenido un manejo parcializado de la situación venezolana a lo largo de
su desempeño, por lo cual estos facilitadores no han sido bien recibidos por
toda la oposición venezolana. Incluso, Samper ha sido criticado por Paraguay
por no consultar con los países miembros. En consecuencia, estas gestiones no
han podido fructificar, aunque fueron avaladas el pasado 1 de junio en una
resolución aprobada en un Consejo Permanente de la OEA convocado por Argentina
–que busca impulsar a su Canciller a la Secretaría General de la ONU-, donde
los países miembros dieron su apoyo a las “iniciativas de diálogo” para la
“consolidación de la democracia representativa” y también a los “procedimientos
constitucionales” -léase, celebrar un Referéndum Revocatorio. Resultó llamativo
que la diplomacia venezolana no pudo suspender esta reunión como quería, ni
aprobar una resolución de su autoría, ni modificar la resolución aprobada que
contiene un concepto de democracia que ha objetado por años. Atrás quedaron los
tiempos donde Venezuela utilizaba PETROCARIBE como minoría de bloqueo. Este
martes 21 de junio, se efectuará un Consejo Permanente de la OEA para escuchar
a los Ex-Presidentes; y Samper convocó una Reunión Extraordinaria de
Cancilleres UNASUR para los mismos fines este jueves 23 de junio –Paraguay ya objetó
esta convocatoria por coincidir con el Consejo Permanente de la OEA donde se
discutirá el informe Almagro.
No
se extrañe usted, amigo lector, estas reuniones yuxtapuestas son producto de las
maniobras de la diplomacia venezolana para impulsar la facilitación de los
Ex-Presidentes en el marco de UNASUR, debilitar la discusión del informe
Almagro y bloquear la activación de la Carta Democrática Interamericana,
mientras gana tiempo para evitar como sea un Referéndum Revocatorio este año. Sin
embargo, la geopolítica en UNASUR ha cambiado: Caracas sólo cuenta con Ecuador,
Bolivia y Surinam tras la victoria de Macri y el impeachment a Dilma, junto a las ventajas de tener como aliado a
Samper y detentar la Presidencia pro-témpore de una organización que ya no
ofrece el refugio eficaz de otrora.
Asimismo, en la 46° Asamblea General de la OEA aunque el tema venezolano no estaba en agenda, la Canciller Delcy Rodríguez atacó a Almagro para disminuir su prestigio, evadir la discusión de argumentos y huir hacia adelante; presentando incluso una resolución en su contra: sólo fue aprobado permitir que Venezuela vuelva a presentarla en un Consejo Permanente sin fecha exacta, aunque se cantó “victoria”. Paralelamente, 15 países miembros de la OEA –incluyendo los de mayor peso geopolítico y una mayoría clara de países UNASUR- firmaron un Comunicado en Santo Domingo pidiendo que las gestiones de los Ex-Presidentes tengan “resultados positivos en un tiempo razonable” y una “aplicación justa y oportuna de los procedimientos constitucionales” –léase, otra vez, celebrar un Referéndum Revocatorio.
No
puede pasarse por alto, la reunión entre la Canciller Rodríguez y el Secretario
Kerry, donde acordaron reactivar el canal de diálogo bilateral con Thomas
Shannon a la cabeza. Este diálogo no es, como se ha dicho, para mejorar
relaciones e intercambiar Embajadores –no hay desde 2010. A Obama le restan 6 meses
en la Casa Blanca y no tiene el apoyo del Congreso para esto. EEUU sólo continúa
con su estrategia de propiciar un “aterrizaje suave” (soft landing) de Venezuela, evitando un peligroso colapso con
posible desbordamiento regional. Shannon viene a negociar fecha y condiciones
para un Referéndum Revocatorio, teniendo como bazas la Orden Ejecutiva N° 13692
prorrogada el 3 de marzo y la eventual activación de la Carta Democrática
Interamericana.
Finalmente,
en una artimaña de último minuto que revela desesperación, el Embajador
venezolano en la OEA, Bernardo Álvarez, envió una misiva el pasado lunes 20 de
junio pidiendo desconvocar el Consejo Permanente de la OEA de este jueves 23 de
junio, ya que a su juicio el tema venezolano ya había sido suficientemente analizado
en el citado Consejo Permanente del 1 de junio; además de intentar descalificar
una vez más al Secretario General Almagro por su supuesta ojeriza hacia el
gobierno de Venezuela y su supuesta usurpación de competencias al invocar la
Carta Democrática Interamericana -en un análisis jurídico muy endeble que
revela las carencias de la actual Cancillería venezolana.
De
manera que, sea cual sea la fórmula que sea acordada esta semana en las
reuniones citadas, toda maniobra de la diplomacia venezolana está destinada a
fracasar. Se ha constituido un amplio consenso hemisférico sobre la necesidad
de un Referéndum Revocatorio este año como paso inicial para resolver la crisis
venezolana en clave de seguridad regional. De mantener su inmovilismo
acompañado de represión, el gobierno venezolano encarará ostracismo y
sanciones. La realidad geopolítica está en contra del Presidente Maduro, el
cual se encuentra en zugzwang en
términos de ajedrez. ¿Y usted qué opina?
@kenopina
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