Embajador (r) Milos Alcalay
El tormentoso
período de dificultades que atraviesa la diplomacia bolivariana en los últimos
meses, es el resultado lógico de la torpe confrontación contra personas, países
y organismos por el simple hecho de disentir o mostrar su preocupación por la
inocultable crisis que vive el país. Resulta vergonzoso oír al Presidente, a la
Canciller o a las más altas autoridades del Gobierno llegar a los extremos de
insultar de manera injustificada, violando las reglas de la convivencia
internacional como cuando acusa públicamente al Secretario General de la OEA
Luis Almagro, una reconocida personalidad vinculada a la izquierda democrática
latinoamericana, de ser un agente de la CIA; o de denunciar al respetado
Canciller del Paraguay, Eladio Loizaga, de cobardía al encerrarse supuestamente
en el baño para no saludar a la máxima representante internacional del país, o
acusar al Presidente Obama de preparar una invasión militar contra Venezuela, o
insultar al ex-candidato presidencial del Brasil, José Serra, como un “pseudo
Canciller de facto”, y tantos otros tristes episodios que ya forman parte del
folklore de las relaciones internacionales convertida en una diplomacia de
“carritos chocones” contra todo y contra todos.
El resultado
no puede ser distinto sino el de un aislamiento diplomático que se origina en
la ausencia de confianza en el papel que debería tocarle jugar en la representación
pro-témpore que le correspondería en los organismos regionales o sub-regionales.
Es el caso de las trabas que le impiden asumir la presidencia rotativa de
MERCOSUR. Es el caso del rechazo a la convocatoria de reunión de Cancilleres
hecha por Venezuela como Presidente pro-témpore de UNASUR que no fue aceptada
por los Cancilleres por coincidir con la fecha de la presentación en la OEA del
Informe del Secretario General el mismo 23 de junio; o la votación de 20
Estados que se opusieron a la posición venezolana que intentaba impedir
la discusión en la OEA sobre el incumplimiento de la Carta Democrática
Interamericana, a lo que se suma la preocupación de la reunión de Cancilleres
de la Unión Europea en días pasados, las preocupaciones manifestadas por la ONU
y las expresiones críticas de Jefes de Estado, Cancilleres y Parlamentos de
diferentes países.
Esta actitud
difiere del tono que inicialmente mantuvo Chávez en el Hemisferio, quien
expresaba admiración sobre las lecciones del maestro Fernando Henrique Cardoso,
o las buenas relaciones iniciales con el hoy vituperado Álvaro Uribe; o el
respaldo que le dio a Vicente Fox al retirar la candidatura de Venezuela del
Consejo de Seguridad para endosar a México; o cuando refería sus acciones para
realizar contactos con sus colegas Hugo Banzer o Alberto Fujimori o los
múltiples intentos de reunirse con George Bush. Es cierto que una vez que Fidel
Castro logra ofuscarlo alabándolo como el “Mariscal de los Pueblos de América”
su visión de exportación del modelo ALBA, radicalizó sus posiciones, pero sin
llevarlo a desaciertos tan graves como los actuales, logrando en los Foros una
“solidaridad automática “en eventos Internacionales, que ya no los tiene la
actual administración que permanentemente está obligada a campear la tempestad
y no acepta que para salir de la tempestad, debe enterrar el hacha de la guerra
y aceptar que debe darse una transición que marque un nuevo rumbo que resuelva
el grave colapso que vivimos.
@milosalcalay
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