sábado, 15 de junio de 2013

La nueva ofensiva diplomática de EEUU en América Latina


Victor Hugo Matos

La Administración Obama ha venido recalibrando sus prioridades en materia de política exterior. Uno de sus puntos cambio pasa por fortalecer a EEUU como eje importante del comercio internacional y por darle un poco más de atención a América Latina. Esto queda demostrado en el hecho de que ha comenzado a negociar acuerdos que le permiten aumentar su peso comercial,  como el proyecto Acuerdo de Asociación Trans-pacífico –por sus siglas en inglés, TPP- con sus países aliados en la Cuenca del Pacífico o el proyecto Acuerdo Trasatlántico de Libre Comercio –por sus siglas en inglés, TAFTA- con la Unión Europea.

Estas nuevas iniciativas han llevado a EEUU  a reactivar su presencia en la región latinoamericana –a través del TPP donde se encuentran insertados los países de la llamada Alianza del Pacífico, con quienes EEUU tiene acuerdos de libre comercio-, que después del fracaso del proyecto del ALCA se ha caracterizado por la firma de acuerdos de libre comercio bilaterales con países como Colombia y Panamá acompañadas de otras iniciativas simbólicas como la ayuda en ocasión del terremoto de Haití,  con la excepción del caso de México -con el cual las relaciones siempre han sido cercanas en el marco del TLCAN/NAFTA.  Este nuevo ímpetu en recuperar su presencia en la zona viene motivado primeramente por la nueva estrategia de EEUU de fortalecer sus relaciones con los miembros de la Alianza del Pacífico, que se ha hecho efectiva en las últimas giras del Presidente Obama y el Vicepresidente Biden por América Latina, los contactos entre el Presidente Obama y el nuevo Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, así como las visitas del Presidente Humala y el Presidente Piñera a Washington.

No obstante, la diplomacia estadounidense también se ha enfocado en reducir la conflictividad existente con algunos Estados en la región, por lo cual ha intentado aproximarse  a Venezuela, con la cual ha tenido relaciones tirantes en los últimos años para así asegurar unas relaciones comerciales más tranquilas e influencia en la transición política a través del diálogo. Estos intentos de reducir las tensiones se hacen efectivos después de la reunión Jaua-Kerry que se produjo en Guatemala recientemente y los contactos anteriores entre el Encargado de Negocios venezolano Calixto Ortega con la Subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson.

Asimismo, debemos agregar gestos hacia El Caribe como la visita del Vicepresidente Biden a Trinidad y Tobago; y los contactos permanentes que se hacen con Brasil, siendo el último de ellos la visita del Vicepresidente Biden a la Presidenta Rousseff. Desde la visita de Bush a Brasil en 2007, EEUU ha reconocido a Brasil como un actor importante en la región y ha manifestado su interés en una mayor profundización de la cooperación bilateral.  Esto se ha visto beneficiado recientemente en parte por el mayor pragmatismo del actual gobierno en comparación al de Lula da Silva, y en parte por la voluntad de la Administración Obama de eliminar los obstáculos materiales y simbólicos en las relaciones. Brasilia considera que Washington no le da la suficiente importancia que merece como potencia emergente, como ocurrió con la visita de la Presidenta Rousseff en abril de 2012, la cual careció del carácter de “visita de Estado” que tuvieron la del Presidente de China, el Primer Ministro del Reino Unido y el Primer Ministro de India, el mismo año. Por ello, durante la visita del Vicepresidente Biden a Brasil fue anunciada con grandilocuencia la próxima visita de Estado de la Presidenta Rousseff a EEUU, la única que tendrá ese carácter este año.

Es visible entonces, que la nueva ofensiva diplomática de EEUU en América Latina aunque gravita en torno a los países latinoamericanos ribereños del Océano Pacífico como nueva área de interés, también implica renovar la forma en la que se han manejado los asuntos hemisféricos hasta ahora, en parte por el beneficio que traería el fortalecimiento de estructuras como la Alianza del Pacifico, renovados vínculos con El Caribe y Brasil, así como relaciones más constructivas con la Venezuela pos-Chávez; y en parte por el hecho de que la falta de contacto de EEUU con la región ha venido creando un vacío que ha pasado a ser llenado lentamente por China.

miércoles, 12 de junio de 2013

Hacia un nuevo liderazgo en Qatar



Oswaldo Uria
Desde que comenzaron los rumores de los problemas de salud del Emir en el año 2009, quienes siguen el desarrollo de este pequeño Estado con un poderío económico y con una creciente influencia política en el Medio Oriente desde su participación directa e indirecta en la Primavera Árabe, podían inferir que un trasferencia de mando se preparaba en los próximos meses. En ese sentido, el anuncio hecho ante diplomáticos acreditados en Doha (Irán y EEUU, según Reuters) de que el Príncipe Tamim sería nombrado Primer Ministro como un primer paso para asumir la jefatura del Estado de Qatar, no sorprende. No obstante, aclara las dudas que se generaron acerca de la fortaleza del gobierno qatarí a raíz de varios rumores de golpe de Estado que acompañaron a los de la salud de Hamad bin Khalifa.
 
Al menos unos tres rumores se han desatado en los últimos cuatro años (agosto de 2009, marzo y diciembre 2011, abril 2012), y produjeron algunos análisis sobre las contradicciones internas entre los miembros de la familia gobernante del emirato. Llamó la atención el rumor de golpe (en plena fiebre revolucionaria árabe) en diciembre de 2011, el cual fue acompañado por un aumento del 60% del salario para los empleados públicos y 120% para el sector militar de esa monarquía absoluta.
 
Por otro lado se identificaba una diferencia de visiones entre el Emir, Jeque Hamad bin Khalifa Al Thani y su primo el Primer Ministro Jeque Hamad bin Jassim bin Jabor Al Thani, siendo el Jefe de Estado más pragmático y con relaciones de amistad con todos los países aunque fueran antagónicos entre sí (claro ejemplo las relaciones con su vecino Irán y su protector Estados Unidos), mientras que el Primer Ministro, apenas bisnieto del fundador de Qatar, nunca ocultó su simpatía con los países de la OTAN, fue la cara visible de la intervención qatarí en Libia y ahora en Siria, así como embajador de la fortuna Al Thani en Europa.
 
Una segunda contradicción se identifica entre los tradicionalistas y modernistas. Un ala tradicional ve con malos ojos la apertura cultural del Emirato, principalmente el papel activo de la Primera Dama, Jequesa Moza Al Misnad, segunda esposa de Hamad (única con labor pública) y madre del príncipe heredero así como de la también activa Jefa de la Oficina del Emir, la joven Jequesa Hint.
 
La prensa europea, especialmente la británica, precisamente destaca esta contradicción dentro de un posible giro que daría Tamim hacia un gobierno más conservador,  dada su excelente relación del heredero con la Hermandad Musulmana. Con ello también se deduce un papel más activo en el conflicto de Siria, siguiendo la misma línea de su predecesor Hamad bin Jassim bin Jabor.
 
Tamim bin Hamad Al Thani nacido en 1980 y formado como su padre en la escuela militar de Sandhurst en Gran Bretaña, es el segundo hijo de Hamad con Moza y asumió en 2003 como Príncipe Heredero al renunciar su hermano mayor Jassim por razones aún desconocidas.
 
Desde ese momento ha tenido una activa carrera dentro de la administración pública, como presidente del Comité Olímpico de Qatar y miembro del COI, presidente del Consejo Supremo de Educación, Presidente de la Junta del Consejo Supremo de Información y Telecomunicaciones, entre otros cargos.
 
Pese a la juventud de Tamim, ha tenido gran experiencia en el mundo diplomático, cuando actúa como en enviado del Emir o como “vice Emir” (Naib Al Amir en árabe; Deputy Emir, en inglés) durante las vacaciones del titular. Destaca su visita a Irán en  febrero de 2010, en momentos que más se rumoreaba un conflicto entre EEUU y el país persa, con Qatar como principal blanco al alojar la base aérea norteamericana que sirvió para los ataques aéreos en Irak y Afganistán.
 
El Príncipe Tamim no ha demostrado grandes diferencias políticas con su padre y los temores de que sea más conservador que el actual Emir, quizás quede en medidas “cosméticas” como la restitución del árabe como idioma principal en la Universidad de Qatar. Pero la política económica de apertura a las inversiones pero con participación nacional, la modernización en infraestructura, el posicionamiento internacional a través de la adquisición de compañías y de tierras en el exterior, su participación en el conflicto de Siria a favor de la oposición rebelde, su labor para consolidar el gobierno libio, permanecerá.
 
La organización del Mundial de Fútbol en 2022 y su perenne aspiración a ser sede olímpica (aspiración lanzada personalmente por Tamim) acelerarán irreversiblemente al país más rico del Mundo a una apertura cultural. La deficiencia en mano de obra calificada, generalmente proveniente de Occidente también es un catalizador para que las restricciones de origen islámico se relajen.
 
No se percibe grandes cambios en el apoyo de Qatar a la causa Palestina, pues en el año 2011 en el Foro de Doha, el Príncipe Tamim urgió a presionar más a Israel para implementar las convenciones internacionales pertinentes a ese problema. No obstante, el apoyo a Hamas y Hezbollah mostrado por Qatar, pudiese ser suspendido gracias a la amistad del Heredero con los Hermanos Musulmanes, de confesión más sunita.

jueves, 6 de junio de 2013

La Reunión Jaua-Kerry, o los ecos del “Grupo de Boston”


 
Dr. Kenneth Ramírez

Tres meses después de la muerte de Hugo Chávez, el Canciller Jaua se reunió con el Secretario de Estado John Kerry al margen de la 43° Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Guatemala durante 40 minutos. Al final del encuentro, el Secretario Kerry señaló que habrá un “diálogo continuo para intentar establecer una agenda específica” con miras a una “relación bilateral positiva”. Agregó que la idea es “pasar rápidamente al nombramiento de Embajadores”. Por su parte, el Canciller Jaua manifestó que existe la mejor voluntad de mejorar las relaciones, pero que esto pasa por “respetar el modelo socialista de Venezuela” y evitar que sean “avalados o estimulados grupos anti-democráticos” que han emprendido “una campaña de desestabilización de las instituciones venezolanas”. En todo caso, expresó su confianza de que esta reunión marque el inicio de una “relación de respeto”.
 
Desde finales de 2012, se han efectuado diálogos entre la Subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, el entonces Canciller Maduro, y el Embajador venezolano ante la OEA, Roy Chaderton, para restablecer la relación diplomática al más alto nivel –no hay Embajadores desde 2010-, y para reactivar la cooperación anti-narcóticos -suspendida en 2005- y la cooperación energética –suspendida en 2003-.
 
El 24 de enero de 2013, el entonces Vicepresidente Maduro designó al propio Embajador Chaderton como “enviado especial” para “conversar los términos de una relación de respeto” con EEUU y “regularizar las relaciones diplomáticas”. Este mismo día, en su audiencia de confirmación como nuevo Secretario de Estado en el Senado, John Kerry señaló que “depende de lo que pase en Venezuela, puede haber realmente una oportunidad para la transición” y la mejora de las relaciones bilaterales, en referencia indirecta a la enfermedad del Presidente Chávez, y a su conocimiento del sucesor Nicolás Maduro y las nuevas realidades que encararía.
 
Partiendo de esta idea, EEUU tuvo el gesto diplomático de enviar una delegación simbólica a los funerales de Chávez. La misma estuvo compuesta por el Representante demócrata por Nueva York, Gregory Meeks, y el Ex-Representante demócrata por Massachusetts, William Delahunt –muy cercano a Kerry-, quienes fueron acompañados por el Encargado de Negocios James Derham. En este marco, Maduro instó a EEUU a convivir con “respeto” con América Latina.

A partir de allí, la retórica de Maduro dirigida a Washington fue especialmente dura y agresiva en su intento de ganar apoyo entre la base chavista antes, durante y sobre todo después de las elecciones del 14-A -cuando encaró serios cuestionamientos a su legitimidad. Esto fue combinado con ciertas acciones de menor visibilidad llamando al diálogo bilateral. La Administración Obama entendió el momento político, así que no le tomó por sorpresa el comportamiento de Maduro, y por ello reaccionó en forma cauta.
 
El 20 de marzo, ante unas declaraciones de la Subsecretaria Jacobson donde señaló que las elecciones del 14-A debían seguir “los altos estándares del Hemisferio”, el Canciller Jaua anunció que el canal de comunicación con EEUU quedaba suspendido. No obstante, antes de las elecciones y en medio de cierto triunfalismo, Maduro aprovechó una reunión con los acompañantes internacionales el 13 de abril, para enviar un mensaje privado a Barack Obama a través de Bill Richardson: “Queremos regularizar y mejorar la relación”.
 
La crisis pos-electoral volvió a tensar la cuerda. El Departamento de Estado subrayó la necesidad de realizar la fase II de la auditoría ciudadana y las investigaciones a las irregularidades denunciadas por la MUD, ya que resultaba “importante y esencial” para que el pueblo venezolano confíe en los resultados emitidos. El 21 de abril, la Secretaria Jacobson reiteró en una entrevista, el llamado a realizar la auditoría ciudadana, agregando que no podía precisar si “vamos a implementar o no sanciones”. El Canciller Jaua amenazó con tomar diferentes medidas, incluso la suspensión de la venta de petróleo, si EEUU apelaba a la sanciones contra Venezuela.
 
Tras el amplio reconocimiento otorgado por los gobiernos de América Latina y El Caribe a Nicolás Maduro, la posición estadounidense fue cambiando para ajustarse a la realidad. El Departamento de Estado aclaró que no buscaría establecer sanciones a Venezuela y que era al pueblo venezolano a quien correspondía decidir sobre la legitimidad del gobierno de Maduro, aunque también solicitaron “una rebaja de las tensiones y amenazas contra actores políticos legítimos”, en alusión a las agresiones a líderes de la oposición. Asimismo, fue saludada la designación de Calixto Ortega como nuevo Encargado de Negocios venezolano en Washington en plena crisis política, cuya misión en palabras de Nicolás Maduro es “incrementar el diálogo” bilateral.
 
El 24 de abril, el documentalista Timothy Tracy fue arrestado el pasado 24 de abril en el Aeropuerto de Maiquetía cuando intentaba abandonar el país, siendo acusado de ser un espía que intentaba generar actos de violencia, mientras realizaba una película sobre la situación política de Venezuela en plenas protestas. A través de las discretas gestiones de William Delahunt, Timothy Tracy fue liberado horas antes de la reunión Jaua-Kerry para facilitar las conversaciones.
 
El 3 de junio, la Subsecretaria Jacobson si bien recibió a la diputada María Corina Machado para escuchar el punto de vista de la MUD sobre la situación política venezolana posterior a las elecciones del 14-A, calificó este encuentro como una “discusión sobre cómo podemos apoyar las aspiraciones democráticas en Venezuela, no de un partido, un actor una propuesta específica”Además, colocó en duda la activación de la Carta Interamericana Democrática y señaló que  debían seguir las conversaciones en UNASUR como un medio para “crear diálogo” entre los venezolanos.
 
Con todas estas acciones y la reunión Jaua-Kerry como colofón, la Administración Obama muestra que ha optado por abrir un canal de diálogo bilateral y re-ensayar su política de compromiso (engagement policy) hacia Caracas. Con ello, EEUU quiere restablecer las relaciones diplomáticas al más alto nivel, propiciar –junto a UNASUR- la despolarización y diálogo político en Venezuela como punto de partida para una nueva gobernabilidad democrática –siguiendo el modelo brasileño-, abrir vías para fomentar la confianza ydisminuir la conflictividad bilateral, así como reactivar la cooperación anti-narcóticos y la cooperación energética. Además, busca desactivar el obstáculo que Venezuela ha supuesto para desarrollar su política latinoamericana en la última década. Por su parte, Nicolás Maduro ha conseguido el reconocimiento de EEUU y desactivar la campaña de denuncia internacional de la MUD.
 
En consecuencia, se ha abierto una ventana de oportunidad para mejorar las relaciones bilaterales como ocurrió tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en 2009; por lo cual, es necesario ser prudente sobre el posible desenlace. La diferencia es que los actores que ahora se encargan de normalizar las relaciones bilaterales pertenecen o estuvieron en contacto con el mítico “Grupo de Boston” conformado por legisladores estadounidenses y venezolanos, quienes -financiados por la OEA- buscaron después de los sucesos de abril 2002 y hasta la retirada de la oposición de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005, propiciar una relación constructiva entre EEUU y Venezuela, así como impulsar el diálogo y la reconciliación en la política venezolana. Calixto Ortega y William Delahunt pertenecieron a este grupo, y John Kerry, Nicolás Maduro y Cilia Flores participaron en algunas de sus reuniones. Ahora en el poder, reciben los ecos de sus propuestas en aquel “Grupo de Boston”, con la diferencia de que ahora no se encuentran ni Bush ni Chávez en la escena política y tienen margen de maniobra para llevarlas a la práctica. ¿Lo conseguirán? ¿Será William Delahunt el nuevo Embajador de EEUU en Venezuela?

Publicado originalmente en RunRun.es

lunes, 3 de junio de 2013

¿Colombia hacia la OTAN? Santos sigue los pasos de Menem


Alejandro Gamez

En un discurso pronunciado en la ceremonia de ascenso de cadetes del Ejército colombiano el Presidente Juan Manuel Santos declaró su intención de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el primer escalón para lograr este objetivo sería suscribir un acuerdo de cooperación; en palabras del Presidente Santos:  “Este mes de junio, la OTAN va a suscribir un acuerdo con el gobierno colombiano, con el Ministerio de Defensa, para iniciar todo un proceso de acercamiento, de cooperación, con miras también a ingresar a esa organización”.

Colombia en estos momentos se encuentra negociando en La Habana un proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), proceso que ya tiene un primer acuerdo en materia agrícola -acuerdo importante para un país de corte agropecuario-. De llegar a concretarse una salida negociada al conflicto que vive el Estado andino no tendría razón de tener un presupuesto más alto para el sector defensa que para 2013 asciende a 25,56 billones de pesos, cifra superior en tres billones con respecto a 2012 (cifras del Ministerio de Hacienda). Ahora bien, ¿porque el deseo colombiano de ingresar a un organismo que no está en su esfera geográfica? ¿Qué implicaciones tiene para Venezuela que su vecino occidental busque ingresar a la OTAN?

En primer lugar, debemos decir que la acción colombiana recuerda los pasos seguidos por el Ex-Presidente argentino Carlos Menem, quien en diciembre de 1996 le propuso al entonces Presidente Clinton establecer una alianza militar entre ambos países en el marco de la OTAN. La respuesta se demoró casi un año, pero cuando Clinton visitó a la Argentina, en octubre de 1997, anunció el envío de la solicitud del reconocimiento del status de la Argentina como “Gran Aliado Extra-OTAN” (Major Non-NATO Ally) al Congreso estadounidense. Un mes más tarde, la misma fue aprobada. Esto era una suerte de premio de consuelo a la política de alineamiento seguida por Buenos Aires durante los mandatos menemistas, ya que la categoría había sido creada por el Congreso para aglutinar a otros importantes aliados como Israel, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, Menem pensaba que esto era un primer paso para su integración en la alianza y envió a su Canciller Di Tella en julio de 1999 al Consejo Atlántico –órgano decisorio de la OTAN- a solicitar un status de “miembro asociado” para Argentina. El 26 de julio de 1999 el entonces Secretario General de la OTAN, Javier Solana, fundamentó la negativa a la solicitud argentina fundamentándola en las exigencias geográficas de la OTAN que prohíbe aceptar como miembros plenos a países ubicados “fuera del Hemisferio Norte”. Bajo este paraguas fueron desplegadas tropas argentinas en Bosnia y Kosovo. Hoy por hoy, tras una década de kirchnerismo, aunque sigue en pie formalmente este status, Argentina se ha distanciado considerablemente de EEUU y ha pasado a denunciar una supuesta base de la OTAN en las islas Malvinas.

A pocas horas del discurso emitido por el Presidente Santos, voceros de la OTAN han aclarado que efectivamente se encuentran interesados en una mayor cooperación con Bogotá, pero que el país no cumple con los requisitos para incorporarse en la alianza atlántica.

En consecuencia, la tentativa de Colombia sólo implica un acuerdo de cooperación con la OTAN - no así su ingreso a la alianza- y su eventual transformación en un “Gran Aliado Extra-OTAN” de EEUU –en lo cual ya se ha convertido de facto tras el Plan Colombia. Todo esto se traduciría concretamente en una promesa de mayor modernización de sus fuerzas armadas -lo cual presiona a los grupos insurgentes hacia la búsqueda de la finalización del conflicto armado-, y en una mayor garantía contra posibles ataques de terceros Estados, ya que tendría un eventual apoyo de EEUU y sus aliados. A cambio, las bases militares estadounidenses en suelo colombiano gozarían de un nuevo paraguas estratégico y podríamos ver tropas colombianas participando en labores de apoyo en misiones internacionales de la OTAN en el futuro –de alcanzarse un acuerdo de paz.

Además, debido a la posición geopolítica de Colombia con costas en el Océano Pacífico y El Caribe, con el acuerdo de cooperación Colombia-OTAN se estaría vigilando de “lejos” a China. En este sentido, este acuerdo formaría parte de un esquema de seguridad complementario del “pivote al Pacífico” de EEUU –en cuyo marco se están relanzando las alianzas militares con países asiáticos.

Otra razón de la iniciativa colombiana es que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) es obsoleto y no representa ninguna garantía para la defensa ante posibles agresiones. Por ello, Bogotá busca esas garantías en otras organizaciones. Además, de ser alcanzada la paz quedarán muchos efectivos y tropas inactivos en sus cuarteles lo que podría constituir una amenaza a la democracia colombiana si las fuerzas armadas decidieran presionar al poder civil por cuotas de poder. Con el acuerdo con la OTAN los políticos colombianos pueden mantener estas tropas ocupadas encomendándole misiones en el exterior en colaboración con la alianza atlántica -como mencionamos anteriormente.

Con respecto a las implicaciones para Venezuela de este acuerdo Colombia-OTAN, recordemos que Caracas mantiene un diferendo con Bogotá con respecto a la delimitación en el Golfo de Venezuela y que ambos gobiernos han mantenido relaciones bilaterales difíciles en la última década –como muestra el último capítulo de tensión abierto tras la visita de Henrique Capriles Radonsky a Bogotá.

El Presidente Maduro, en conjunto con otros Presidentes de la ALBA, ya ha rechazado la iniciativa colombiana y la ha calificado de “agresión a la unidad latinoamericana”.

Más allá de la retórica, nuestro país debe seguir modernizando las FANB, así como mejorar aspectos críticos en materia de profesionalización y operacionalidad, evitando así un desequilibrio militar frente a Colombia. Además, parece plausible que Venezuela impulse la convocatoria de una reunión extraordinaria del Consejo de Defensa Suramericano de la UNASUR, para analizar junto a Colombia los propósitos, los alcances y los detalles de su acuerdo de cooperación con la OTAN. Resultará interesante escuchar la posición brasileña al respecto. Recordemos que Brasil –gobernado por Fernando Henrique Cardoso- rechazó en su tiempo la estrategia de Menem de llevar a Argentina a la OTAN, y el Ex-Presidente Lula da Silva criticó el deseo del Ex-Presidente Uribe de ampliar el número de bases militares estadounidenses en Colombia.

Claramente el posible acuerdo de Colombia con la OTAN constituye un reto que debemos afrontar con una clara política de Estado, que debe combinar el fortalecimiento de nuestras fuerzas armadas, y el diálogo bilateral y regional con nuestro vecino occidental.

Las próximas elecciones presidenciales en Irán



M.Sc. Belén González

Para los occidentales no resulta sencillo comprender cómo funcionan algunas cosas en Medio Oriente, especialmente en el ámbito político y religioso, aspectos que en esta cultura están particularmente interconectados a través de su sistema de gobierno: la teocracia. El término proviene del griego theós, que se traduce como Dios, y krátos que viene a ser poder, por lo tanto se concibe como “el gobierno de Dios”, de allí que los líderes religiosos sean determinantes en todas las políticas gubernamentales. Sin embargo, algunos expertos como Max Weber, prefieren usar términos como "hierocracia", o “eclesiocracia” para referirse al orden político en donde el poder es ejercido institucionalmente por una casta religiosa.
 
Hablando de este tipo de gobierno, Irán es quizás uno de los mejores ejemplos, pues tras la Revolución Islámica de 1979, se estableció en el país una nueva República con una constitución de corte islámico y unos órganos gubernamentales supeditados al cumplimiento de los principios religiosos. Este estilo de gobierno está inspirado en el libro del Ayatollah shiíta Rohollah Jomeini Velayat-e faqih publicado en 1970, y considerado el documento escrito en el siglo XX más influyente en el ámbito de la Teocracia.
 
Pero aunque en Irán, el poder es de Dios, hay procesos electorales, aunque con ciertas características que lo hacen por demás peculiares para nosotros los occidentales. El mejor ejemplo en este momento, es la decisión del Consejo de Guardianes de reducir a ocho los candidatos que participarán en las elecciones presidenciales del próximo 14 junio, dejando por fuera a más de un centenar de aspirantes entre quienes destacan el ex-Presidente Alí Akbar Hachemi Rafsanjaní –conservador moderado-, y Esfandiar Rahim Mashaei, protegido del actual Presidente Mahmoud Ahmadinejad, quien desde hace ya algún tiempo viene enfrentando serias diferencias con la jerarquía religiosa del país, que lo acusa de mantenerse cerca de individuos corruptos, de no respetar las normas del Islam y de occidentalizar su forma de vivir.
 
El Consejo de Guardianes, órgano investido con la autoridad para interpretar la Constitución y determinar si las leyes aprobadas por el Parlamento están en línea con la Sharia o Ley Islámica, y que examina a los candidatos presidenciales, parlamentarios y a la Asamblea de Expertos, para confirmar que son aptos para postularse, no explicó las razones para esta decisión, limitándose a señalar que lo que se ha tenido en cuenta es “la condición física” de los candidatos, una alusión clara a Rafsanjaní de 78 años. Este detalle no pasa desapercibido, pues para muchos, la ausencia de este veterano político que fue Presidente –Jefe de Gobierno- durante dos períodos entre 1989 y 1997, quien formó parte de los fundadores de la República Islámica y es uno de sus pilares, sólo profundizará las evidentes divisiones en su seno.
 
Ciertamente, estas “salidas no voluntarias” del escenario electoral impiden la participación de aspirantes que resultan, por distintas razones, “incómodos” al Líder Supremo, el Ayatollah Alí Jameneí –Jefe de Estado-, quien maneja el 50% de los miembros del Consejo de Guardianes, y cuenta con el respeto del 50% restante. Ahora bien, esta decisión, que pareciera arbitraria para quienes no manejamos la visión shiíta del Estado, podría convertirse en un arma de doble filo, no sólo por su capacidad para abrir mayores brechas en los principios revolucionarios, sino porque traen consigo visos de modernidad que podrían romper paradigmas, considerando que uno de los rechazados, Esfandiar Rahim Mashaei, anunció su decisión de recurrir a la máxima autoridad del país, un hecho sin precedentes en el Irán revolucionario.
 
Ahora bien, muchos pueden pensar que lo que suceda en Irán, y en su escenario político, sólo les afecta a ellos, y si acaso, a sus vecinos, pero esa posición es displicente con una de las realidades que envuelve al Mundo moderno: la geopolítica. Irán, cuyo nombre oficial es República Islámica de Irán, y que hasta 1935 fue conocido en como Persia, es el decimoctavo país más extenso del Mundo con 1.648.195 km² y tiene una población de casi 80 millones de habitantes. Limita con Pakistán y Afganistán por el este; Turkmenistán por el noreste, el Mar Caspio por el norte y Azerbaiyán y Armenia por el noroeste; Turquía e Irak por el oeste y finalmente con la costa del Golfo Pérsico y el Golfo de Omán por el sur, por lo que su importancia es más que significativa al ser la brecha que une el Medio Oriente con Asia Central. Además, posee las cuartas reservas de petróleo más importante del Mundo (después de Venezuela, Arabia Saudita y Canadá), las segundas reservas de gas natural (después de Rusia), encabeza el llamado "Eje de Resistencia" contra EEUU en Medio Oriente y desarrolla un polémico programa nuclear desde hace una década; lo que le ha convertido en una potencia regional.
 
Esa fuerza, sin embargo, depende de una mano, la que mueve los hilos, el Ayatollah Jameneí, quien es Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, controla las operaciones de inteligencia y seguridad de la República Islámica, tiene la autoridad de declarar la guerra, la capacidad de designar y despedir tanto a los líderes judiciales, como a los jefes de las redes de radio y televisión estatales, y al máximo líder de los Guardianes de la República Islámica, órgano del que también designa seis de sus doce miembros. El título de Líder Supremo del país es otorgado por la Asamblea de Expertos, en función al fiel cumplimiento de las normas del Islam y la estima popular con la que cuente el candidato, siendo su designación de carácter vitalicio.
 
Seyyed Alí Hoseiní Jameneí, considerado hoy en día “fuente de emulación” del shiísmo duodecimano, nació el 17 de julio de 1939 en la ciudad de Mashhad, en el seno de una familia clerical originaria de Tafresh, instalada en Tabriz, siendo el segundo de ocho hermanos, dos de los cuales también son ulemas, es decir, doctores en ley islámica y por ende expertos en cuestiones jurídicas y teológicas. Fue Presidente de Irán entre 1981 y 1989, y es Líder Supremo desde que fuera designado para suceder al Ayatollah Jomeini en dicho cargo en junio de 1989. Está casado y tiene seis hijos, domina el persa y el árabe, además de hablar con menos fluidez el turco azerí, lengua materna de su padre.
 
Se le reconoce como una de las tres figuras que más han marcado la trayectoria de la República Islámica de Irán, siendo las otras dos el propio Jomeini, fundador de la República Islámica, y el Ayatollah Rafsanjaní, a quién ha dejado por fuera del proceso electoral de junio. Aunque se le considera radical, especialmente en cuanto a códigos de conducta y vestimenta por parte de los musulmanes, alienta en sus discursos el progreso científico, de hecho, fue uno de los primeros religiosos islámicos en permitir la investigación con células madre y la clonación terapéutica. Defiende la importancia de la tecnología nuclear de uso pacífico, aunque es autor de un decreto religioso según el cual el Islam prohíbe producir, almacenar o usar armamento nuclear.
 
Como ya sabemos, el Líder Supremo, influencia los procesos electorales iraníes, de hecho, su poder y control de la situación se hizo tangible en las elecciones legislativas de febrero de 2004, cuando siguiendo instrucciones, el Consejo de Guardianes anuló miles de candidaturas, incluidas las de ochenta diputados salientes, lo que permitió a los conservadores quedarse con el 70% de los escaños. Esto generó un punto de inflexión decisivo en la evolución política de Irán, ya que los comicios pusieron punto final al movimiento reformista iniciado por Mohammad Jatamí desde que fuera elegido por mayoría abrumadora en mayo de 1997.
 
Muchos analistas coinciden en que la decisión de Jameneí, de limitar la participación en el proceso electoral del próximo mes de junio es resultado de lo sucedido en 2009, cuando Mahmoud Ahmadinejad fue electo Presidente, en medio de una ola de protestas y represión que estuvo a punto de desestabilizar al régimen teocrático: la llamada “Revolución Verde”. Lo cierto es que, a menos de un mes del proceso para elegir al nuevo Presidente iraní que ejercerá por un periodo de cuatro años, y gobernará junto a ocho vicepresidentes, un gabinete de 21 ministros, y un Parlamento unicameral, conformado por 290 miembros, los candidatos serán el jefe negociador nuclear, Said Yalilí; el Alcalde de Teherán, Mohamed Qalibaf; el ex-Presidente del Parlamento Gholam-Ali Haddad-Adel, el ex-Ministro de Exteriores Ali Akbar Velayati, el ex-jefe de los Pasdarán Mohsen Rezai, y otros tres candidatos de relleno. Todos ellos figuras ortodoxas y de probada lealtad al Ayatollah Jameneí.
 
Tampoco es un secreto que el favorito en la contienda es Said Yalilí, quien a pesar de ser el más joven de los candidatos es muy bien visto por Jameneí, tras su desempeño como Secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y jefe del equipo iraní encargado de las negociaciones nucleares con el Grupo 5+1 (EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) desde 2007. Yalilí tiene un estilo de suave, pero ha demostrado ser un rígido ideólogo poco inclinado a la negociación, lo cual le ha granjeado el respeto de Jameneí y tres rondas de sanciones internacionales a Irán desde que asumió su cargo. Un dato interesante es que se le atribuye el diseño de la estrategia iraní de acercamiento a América Latina –a partir de Venezuela- y África para romper el aislamiento internacional ocasionado por las sanciones que le han sido impuestas por su programa nuclear, lo cual ha marcado la política exterior de Irán durante los dos mandatos de Ahmadinejad.
 
En favoritismo, a Said Yalilí le sigue Mohamed Qalibaf, ex-jefe de los Pasdarán y antiguo jefe policial quien presenta nuevamente su nombre, desde la Alcaldía de Teherán, compensación que se le otorgó tras perder el pasado proceso electoral; pero no es muy popular por su actuación en la represión de las protestas contra Jatamí de 1999 y 2003. La tercera opción la tiene Alí Akbar Velayati, considerado uno de los confidentes del Líder Supremo y su Asesor en Asuntos Internacionales. El resto de los candidatos no parecieran tener ninguna oportunidad.
 
Los hechos confirman que esta elección presidencial, para la que faltan apenas unos días, será la más controlada por la cúpula del poder desde la consolidación del régimen jomeinista en 1980.