Dr.
Kenneth Ramírez
La
caída de los precios del petróleo, muestra un sofisticado juego de Arabia
Saudita como productor de equilibrio –swing
producer- en dos partidas de ajedrez simultáneas: el mercado petrolero y la
geopolítica. El crudo marcador Brent ha perdido 30 $/Bl desde junio de 2014
hasta ubicarse en torno a 85 $/Bl hoy por hoy -su nivel más bajo desde finales
de 2010. Riad compite contra los productores No-OPEP –sobre todo Rusia y EEUU- en
el mercado petrolero mientras juega con uno de ellos –EEUU- en la geopolítica;
asimismo, juega con sus socios OPEP en el mercado petrolero y compite con uno de
ellos –Irán- en la geopolítica.
La
desaceleración de las economías emergentes –sobre todo China, Rusia y Brasil- y
la frágil recuperación de Europa, se han traducido en una débil demanda
petrolera mundial. Además, tenemos un fuerte aumento de la producción de
petróleo de esquistos (shale oil) en
EEUU –70% en los últimos seis años, hasta alcanzar 8,6 millones de barriles
diarios (MBD), el nivel más alto desde 1986- y los pronósticos que indican que
seguirá aumentando en 2015 –agregando 1 MMBD por tercer año consecutivo-, lo
cual podría llevarle a los niveles de 1970 cuando alcanzó su pico de producción.
Todo esto, ha generado un excedente de oferta de alrededor de 1,5 MMBD. Finalmente,
tenemos un mercado que ha asumido que el complicado panorama geopolítico -de
Ucrania a Irak- no afectará el suministro, lo que junto a la apreciación del
dólar, también ha contribuido a debilitar los precios.
En
este contexto, Arabia Saudita tiene una tarea complicada: Fijar un nivel de producción
que lleve a precios del petróleo razonables; haciendo un delicado balance entre
sus intereses en las dos partidas citadas. En primer lugar, Riad tiene que equilibrar
su producción frente a sus socios OPEP, siendo esto más difícil de lo habitual
en los últimos tres años, debido a tres incertidumbres: Libia, Irán e Irak.
La
producción de Libia ha sido muy variable. Alcanzó 768 mil barriles diarios
(MBD) en septiembre, después de recuperarse del bloqueo de las terminales por
la milicia Barqa que la llevaron a 241 MBD en marzo pasado. Debido a la
inestabilidad política, el futuro de la producción libia sigue siendo una
incógnita.
Las
sanciones continúan limitando la producción de Irán, pero se acerca el plazo del
24 de noviembre para alcanzar o no un acuerdo definitivo sobre su programa
nuclear, lo cual podría llevar alrededor de 1 MMBD adicionales de crudo persa al
mercado en 2015 o dar paso a un estancamiento que agrave la crisis.
La
producción petrolera de Irak ha retomado su crecimiento, gracias a la posición
conciliadora del nuevo Ministro de Petróleo, Adil Abdul-Mahdi, con el Kurdistán
iraquí; y al inicio de la campaña de bombardeos contra el Estado Islámico de
Irak y Siria –por sus siglas en inglés, ISIS- que ha puesto en marcha EEUU y
sus aliados desde agosto pasado. Irak busca aumentar su producción desde 3,19
MMBD actualmente hasta 9 MMBD para 2020 –optimista-; pero si alcanza 6 MMBD
como estiman agencias, arrancaría una buena tajada de mercado a sus socios OPEP.
En
consecuencia, ante un mercado petrolero sobre-abastecido e incierto que ha
llevado a un aumento de la competencia; Riad decidió responder agresivamente y
anunció que defenderá su cuota de mercado, incluso si esto significa precios
más bajos por unos años. De hecho, no sólo aumentó su producción en septiembre
hasta alcanzar 9,7 MMBD, sino que ha establecido descuentos en sus ventas a los
mercados asiáticos; generando una incipiente guerra de precios.
En
segundo lugar, tenemos la partida geopolítica. Riad lucha con Teherán por el
liderazgo en el Medio Oriente, pero mientras necesita niveles de 80 $/Bl para
equilibrar su presupuesto y tiene 700 millardos de dólares en fondos soberanos
que le permiten asumir precios moderados por unos años; su rival necesita 100
$/Bl y se encuentra expuesto. Por ello, utilizar el arma petrolera ayuda a los
sauditas a debilitar la proyección regional persa –de Bagdad a Beirut. Además, Washington
cuenta con Riad para mantener la presión sobre Teherán, a través de los precios
y una eventual oferta alternativa a sus clientes en caso de fracasar las
negociaciones nucleares y redoblarse las sanciones. Eso sin mencionar que Rusia
también necesita 100 $/Bl, y encara sanciones de EEUU y la Unión Europea debido
a la crisis de Ucrania, lo cual viene a profundizar su crisis económica.
Venezuela
también se ha visto afectada porque requiere 90 $/Bl y ha llamado a una reunión
de emergencia de la OPEP para tratar el problema, ya que la próxima reunión
ordinaria el 27 de noviembre en Viena luce lejana. Empero, en lugar de tomar la
idea en cuenta, Arabia Saudita realizó una declaración que ha supuesto un
auténtico seísmo: “Nadie debe extrañarse de ver los precios del petróleo por
debajo de 90 $/Bl, incluso por debajo de 80 $/Bl” en los próximos años.
En
conclusión, Arabia Saudita ha decidido hacer un gambito, aceptando menos
ingresos al dejar caer moderadamente los precios del petróleo, para expulsar a
los productores marginales del mercado y frenar la “revolución de esquistos” en
EEUU –a 80 $/Bl muchos proyectos no serán rentables. En palabras de Ibrahim
al-Muhanna -asesor del Ministro de Petróleo saudita Al-Naimi-, el alto costo de
producir esquistos coloca “un piso efectivo a los precios”. La jugada le
permitirá a Riad recuperar su centralidad en el mercado petrolero y su
liderazgo en Medio Oriente; recobrar influencia en Washington al ayudarle a
presionar a Teherán y Moscú; al tiempo que le proporciona oxígeno –vía alivio
de la factura petrolera- a la economía mundial y a un aliado regional como el Egipto
de Sissi que lucha contra los Hermanos Musulmanes –otro enemigo saudita. El
jugador de ajedrez avezado sabe hacer sacrificios para obtener ventajas
posicionales decisivas.
Publicado
originalmente en El Mundo Economía y Negocios
@kenopina